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la naturaleza no-animal tiene un valor que no puede ser cuantificado en términos
económicos, así como los vegans han demostrado el valor de los animales nohumanos, un valor que no puede ser calculado por economistas, sino simplemente
medido por la compasión humana.

Esa compasión, demostrada hacia el proletariado por los socialistas, hacia
las mujeres y “queers” por los feministas, hacia gente de color y etnias marginadas
por los intercomunalistas, hacia los jóvenes y ancianos por los jovenistas, y hacia
aquellos al final de la punta de la pistola del estado por los libertarios, es la misma
compasión que los vegans y ambientalistas radicales sienten hacia el mundo nohumano. Que cada uno de nosotros necesita convertirse en todos estos “tipos” de
radicales —e incorporar sus ideologías en una teoría, visión, estrategia y práctica
holística— es un truismo que no podemos permitirnos ignorar.

Sólo una perspectiva y estilo de vida basados en una verdadera compasión
pueden destruir las conceptualizaciones opresivas de la sociedad actual y comenzar
una nueva al crear relaciones y realidades deseadas: Esto, para mí, es la escencia de
la anarquía. Nadie que fracase en adoptar todas las luchas contra la opresión como
suyas llena mi definición de anarquista. Puede parecer mucho por pedir, pero nunca
dejaré de pedirlo a cada ser humano.

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son infames. El hecho es, sin embargo, que los vegetales son una comodidad, y
aquellos con intereses financieros en la industria vegetal no quieren que su producto
esté disponible si ello significa cultivar más para tener aún menos ganancias.

Segundo, sucede que la distribución global y nacional de la comida es una
herramienta política. Los gobiernos y las organizaciones económicas internacionales
manipulan cuidadosamente el suministro de comida y agua para controlar
poblaciones enteras. A veces, la comida puede ser negada a la gente hambrienta de
forma que esta se mantenga débil y dócil. Otras veces, su provisión es parte de una
estrategia que intenta aplacar a poblaciones inquietas que se encuentran al borde de
la revuelta.

Sabiendo todo esto, se vuelve razonable asumir que el gobierno de los
Estados Unidos, tan estrechamente controlado por intereses privados, subsidiaría la
no-producción de granos, para “salvar a la industria de un colapso”. A los agricultores
entonces se les pagaría para no producir granos, o hasta para destruir sus cultivos.

No es suficiente boicotear a la industria cárnica y esperar que los recursos
sean trasladados para alimentar a los pobres. Debemos establecer un sistema que
realmente intente cubrir las necesidades humanas, lo cual implica una revolución
social.

Esta es sólo una de muchas conexiones entre la explotación animal y
humana, pero ilustra bien la necesidad de una revolución total. Una revolución en
la relación entre humanos y animales tiene un alcance limitado y es, de hecho,
reemplazada por la misma naturaleza de la sociedad moderna. Una razón por la
cual los animales son explotados en primer lugar es porque su abuso es rentable.
Los vegetarianos tienden a comprender hasta aquí. Pero la industria de la carne
(incluyendo lácteos, vivisección, etc) no es una entidad aislada. La industria cárnica
no será destruida hasta que el capitalismo de mercado sea destruido, pues es éste
último el que da ímpetu e iniciativa al primero. Y para los capitalistas, la idea de
ganancias fáciles a través de la explotación animal es irresistible.

El motivo ganancia no es el único factor social que fomenta la explotación
animal. De hecho, la economía es sólo una forma de relación social. También
tenemos relaciones políticas, culturales e interpersonales, cada una de la que se
puede demostrar influencia la percepción de que los animales existen para ser usados
por los humanos.

La Biblia cristiana, y las religiones occidentales en general, están colmadas
de referencias al presunto “derecho divino” de los humanos de usar a nuestros
homólgos no-humanos para nuestras propias necesidades. En este momento
de la historia, es absurdo para cualquiera pensar que los humanos necesiten
explotar a los animales. Hay muy poco que podamos ganar del sufrimiento de los
animales no-humanos. Pero Dios supuestamente dijo que los podemos usar, así

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