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mundo que nos rodea hasta que aprendamos a dejar de valuar los efectos y elementos
superficiales y espectaculares del presente.

No estableceremos una economía socialista que desanime la producción de
carne debido a su alto costo social y ambiental a menos que estemos dispuestos a
dejar la carne. Una inevitable obligación de una economía sana será la abolición de
las industrias explotadoras de animales, y obviamente ello vendrá antes de tiempo
para aquellos con el poder de construir tal economía (eso es, la gente). Pero ¿para
qué luchar contra un sistema que resultaría en nuestra inhabilidad para comer carne
si no podemos sobrellevarlo ahora?

Finalmente, es importante notar que los cambios del estilo de vida, como
hacerse vegan, realmente no constituyen ningún tipo de activismo concreto. Ser
activista es mucho más que simplemente tomar un partido, especialmente uno
silencioso.
Brian A. Dominik,
Octubre de 1997

Nota de la traducción:
Intenté adherirme lo más posible al texto original, aún cuando éste se encontrara
repleto de errores gramaticales y usara constantemente palabras modificadas (palabras
que no existen en el diccionario, pero cuyo significado es comprendido facilmente
al estas simplemente ser variaciones de palabras existentes). Aún tengo dudas sobre
el uso de la palabra libratory (balanceada) y su probable confusión con la palabra
liberatory (inexistente, también, pero fácilmente comprendida como liberadora),
pues según el contexto, el uso de la primera no tiene mucho sentido.
También me gustaría aclarar que el autor uso el adjetivo posesivo “her” (suyo, de
ella) como término neutro, contra el uso de his (suyo, de él), como un típico intento
de cambiar el lenguage sexista -aunque en inglés es más fácil y común usar “their”(de
ellos/as) en esta situación. Intenté hacer lo mismo en la traducción, pero al final opté
por usar el término masculino como neutro. La razón es que escribir dos artículos
(el/la, los/las) y colocar o/a o e/a al final de cada sustantivo (opresores/as, implicado/
a), o sustuituir en lo posible por una x (el/la, lxs, opresorxs, implicadx) complicaba
bastante la lectura del texto, y feminizar todos los artículos y sustantivos referentes
a humanos creaba confusión y lograba la misma sobredominación de un género que
al final es lo que se intenta evitar.
Si alguien cree que ha habido un error de interpretación, no dude en contactar a quien
distribuya este panfleto.
-Koxol. Agosto del 2008

Liberación animal y revolución social

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Introducción: Los veganarquistas

De un tiempo a acá, los activistas de la liberación animal que luchan
en su nombre han sido implicados en un acalorado discurso y acción. Aunque
la teoría de la liberación animal y el activismo rara vez han sido bienvenidos o
tomados en serio por la izquierda dominante, muchos anarquistas han comenzado a
reconocer su legitimidad, no sólo como causa válida, sino como un aspecto integral
e indispensable de la teoría radical y la práctica revolucionaria. Mientras la mayoría
de la gente que se llama a si misma anarquista aún no ha adoptado la liberación
animal y su correspondiente estilo de vida —veganismo—, un creciente número de
jóvenes anarquistas han adoptado pensamientos ecologistas y animal-incluyentes
como parte de su praxis general.

Del mismo modo, muchos vegans y liberacionistas animales están siendo
influenciados por el pensamiento anarquista y su rica tradición. Esto se evidencia
con una creciente hostilidad entre algunos activistas de la lib animal hacia el sistema
estadista, capitalista, sexista, racista y etarista, cuya guerra hacia los animales
no-humanos y hacia sus defensores humanos ha ido escalando en intensidad. La
relativamente nueva comunidad de liberacionistas animales esta rápidamente
volviendose conciente de la totalidad de fuerzas que alimentan a la máquina especista
que es la sociedad moderna. Mientras esa conciencia incrementa, también debería la
afinidad entre liberacionistas animales y su contraparte más orientada socialmente,
los anarquistas.

Entre más reconozcamos la comunalidad e interdependencia de nuestras
luchas, que alguna vez consideramos bastantes distintas una de otra, más
comprenderemos lo que la liberación y la revolución realmente significan.

A parte de nuestra amplia visión, los anarquistas y liberacionistas animales
compartimos metodología estratégica. Sin pretender hablar por todos, diré que
aquellos a quienes considero verdaderos anarquistos y liberacionistas animales
buscan realizar nuestros sueños vía cualquier medio efectivo. Entendemos, contrario
a la percepción establecida de nosotros, que la destrucción y violencia sin sentido
no nos traerá el fin que deseamos. Pero a diferencia de los liberales y progresistas,
cuyos objetivos se limitan a reformar, nosotros estamos dispuestos a admitir que
el verdadero cambio sólo llegará si añadimos una fuerza destructiva a nuestra
transformación creativa de la sociedad opresiva. Podemos construir todo lo que
queramos y debemos ser pro-activos en lo posible. Pero también entendemos que
sólo después de borrar aquello que existe para prevenir nuestra liberación podremos
hacer espacio a la creación libre.

Soy vegan porque siento compasión hacia los animales; los veo como
poseedores de valor al igual que los humanos. Soy un anarquista porque siento

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la misma compasión hacia los humanos y porque me rehuso a conformarme con
perspectivas comprometidas, estrategias incompetentes y objetivos vendidos. Como
un radical, mi acercamiento a la liberación animal y humana es sin compromiso:
liberación total para todos, si no...

En este ensayo deseo demostrar que cualquier planteamiento al cambio
social debe ser compuesto de un conocimiento no solo de las relaciones sociales,
sino también de las relaciones entre los humanos y la naturaleza, incluyendo los
animales no-humanos. También deseo mostrar aquí por qué ningún acercamiento
a la liberación animal es posible sin una completa comprensión e inmersión en
la lucha social revolucionaria. Debemos convertirnos, dicho de otra forma, en
“veganarquistas”.

Qué es la revolución social?

?


“Revolución” es una de esas palabras cuyo significado varía en gran medida
del uso de una persona a otra. De hecho, probablemente sea seguro decir que no hay
dos personas que compartan la misma idea de lo que realmente es “revolución”.
Esto, en mi mente, es lo que hace a la revolución realmente bella. Cuando hablo de
revolución, me refiero a una dramática transformación social. Pero mi revolución no
se define por cambios objetivos en el mundo que me rodea, como el derrocamiento
del estado o el capitalismo. Esos, para mi, son simplemente los síntomas. La
revolución por si misma no puede encontrarse fuera de nosotros. Es totalmente
interna, completamente personal. Cada individuo tiene una perspectiva.

Cada individuo ve al mundo de forma distinta. La mayoría de las personas,
sin embargo, dejan que la sociedad en la que viven moldeé sus perspectivas. La
aplastante mayoría de nosotros vemos al mundo y a nosotros mismos de formas
condicionadas para nosotros por las instituciones que manejan nuestras vidas, como
el gobierno, la familia, el matrimonio, la iglesia, las corporaciones, la escuela, etc.
Cada una de esas instituciones, en turno, es generalmente parte de lo que llamo
entidad establishment-ada, que existe exclusivamente para perpetuar el poder de
una minoría relativa. Alimentado por el hambre de esa elite de más y más poder, el
establishment necesariamente absorbe ese poder del resto del mundo por medio de
la opresión.

El sistema emplea muchas formas de opresión; la mayoría comúnmente
reconocidas pero pocas veces comprendidas, menos aún opuestas. Primero está el
clasismo, que es opresión económica; estatismo, o el sometimiento de la gente por
la autoridad política; sexismo y homosexismo, opresión basada en la supremacía
heterosexual (masculina) o patriarcado; y racismo, un término general para
opresiones fundadas en el etnocentrismo. Más allá de estas formas de opresión
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Aún, otros insisten en que muchos animales de quienes no se puede
demostrar tengan un albedrío individual, caracter distintivo, aparatos nerviosos
completos o cualquier semblanza de emoción, como los insectos y los crustáceos,
no son “sensibles” por definición.

No tengo espacio suficiente en este panfleto para ahondar en el debate, pero
basta decir que cualquiera que sean las especificaciones de las definiciones de cada
uno, debe entenderse que compartimos los mismos principios generales, y todos
pretendemos alcanzar ese ideal lo mejor que podemos.

Segundo, el veganismo es un ideal al que solo podemos esperar alcanzar.
Muchos productos que se han convertido en “necesidades” de la vida moderna, como
los vehículos, el film fotográfico, etc, contienen partes derivadas de animales.

La comida para mascotas es otro tema controversial. Es importante apuntar
que sólo podemos esperar dar lo mejor de nosotros hacia tomar enormes pasos
personales hacia nuestro ideal. Aún si todo lo que hacemos es dejar de comer
carne este año, aunque queda corto para lo que los veganos consideran una simple
conversión a una forma de vida compasiva, estamos reduciendo dramáticamente
nuestra contribución personal hacia la explotación de los nohumanos.

Un agotamiento es lo que sucede cuando pedimos demasiado de nosotras
mismas, y pedir demasiado a los demás solo trae como consecuencia una mayor
alienación.

Las responsabilidades del Estilodevidismo: Soy el primero en asquearse con
aquellos radicales pesados, principlamente de la “vieja escuela”, quienes proclaman
que los estilos de vida deben quedar en un segundo plano tras el cambio social
“real”, el cual está limitado a la reestructuración de las instituciones sociales. Aún,
su crítica de aquellos quienes, del lado opuesto, creen que el cambio personal será
de hecho la revolción al ser practicados a mayor escala, es bastante importante.

Debemos de evitar cualquier extremo. Desafortunadamente, los anarquistas
contemporáneos y vegans por igual tienden hacia el enfoque estilodevidista. Como
he descrito en la primera sección de este apéndice, hay una dialéctica fundamental
involucrada. Y, como mencioné a través de Liberación animal y revolución social, el
simple acto de cambiar nuestro estilo de vida, aún siendo este seguido por millones
más, no puede cambiar al mundo y a las estructuras sociales modificadas por las
élites para servir a sus propios intereses.

Algunos radicales llegan al punto de afirmar que nuestros estilos de vida
cambiarán “después de la revolución”. Tal noción es simplemente tonta.Aquellos
de nosotros quienes hemos sido criados para ser consumidores ciegos, ciudadanos
obedientes, esposos, esposas y demás, debemos de alterar radicalmente nuestras
actividades diarias, o de otra forma seremos incapaces de dirigir una sociedad
liberada en el futuro. En efecto, ni siquiera buscaremos cambiar radicalmente al

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Liberación animal y revolución social


Los auto-proclamados “liberacionistas animales”, típicamente activistas
dedicados y sinceros, tienden a olvidar dos puntos. Primero, una solamente puede
liberarse a si misma. Lo máximo que podemos esperar a hacer por otros es liberarlos
de las limitaciones que impiden su auto-liberación. Segundo, solamente aquellos
quienes comprenden la complejidad de su propia opresión pueden combatirla a
través de procesos de liberación.

Por innumerables siglos, los mayores intentos humanos hacia la liberación
se han traducido en desesperadas luchas para simplemente liberarse de la imposición
autoritaria de la sociedad opresora. Como los animales enjaulados, ha habido muy
poco en nuestro sitio más que destrucción de la jaula en si.

A diferencia de los animales enjaulados, sin embargo, nosotros tenemos
el potencial para comprender por qué la jaula existe en primer lugar. Sabemos que
siempre habrá más jaulas y hasta que destruyamos la máquina social que produce
esas cajas (tanto para humanos como para nohumanos), lo más cercano que podemos
esperar a llegar a la liberación es la libertad momentaria y relativa.

Redefiniendo el veganismo, también me gustaría clarificar mi definición de
algunos términos, el más importante siendo “veganismo”.

Mi definición original era correcta, creo, pero se confunde en contexto con el
resto del ensayo, no distinguiendola lo suficiente de lo que llamo “vegetarianismo”.
Dejenme ser claro: el veganismo es la abstinencia consciente de acciones que
contribuyen, directa o indirectamente, al sufrimiento de seres sensibles, ya sean
estos animales o humanos, por razones éticas. La gente se vuelve vegan a través
de dos caminos principales: preocupación por derechos/bienestar/libertad animal,
y preocupación por el ambiente natural (severamente dañado por la cría de
animales).

La abstinencia del consumo de alimentos derivados de animales es
simplemente vegetarianismo. Abstinencia del consumo de carne, típicamente
referida como “vegetarianismo” es correctamente llamada ovo-lacto vegetarianismo,
pues sus practicantes continúan consumiendo lácteos y huevos. La mayoría de
las personas son vegetarianas porque la dieta es más sana. Por lo tanto no tienen
ninguna razón obvia para abstenerse de bienes de piel, productos experimentados
en animales y demás.

Es importante notar que el veganismo no es un estado de ser absoluto.
Primero que todo, hay muchas interpretaciones en cuanto a lo que constituye un ser
sensible. Algunos argumentan que todos los animales, desde los mamíferos hasta
los insectos, deben ser incluidos completamente en la categoría.
Al extremo, hay quienes creen que las plantas y animales por igual merecen tal
distinción, y por lo tanto deciden alimentarse simplemente de frutos y nueces (a
estas personas comunmente se les llama “frutarianas”).

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comunmente reconocidas, existe el etarismo, que es el dominio de los adultos sobre
niños y gente jóven; y, finalmente, las opresiones resultantes del antropocentrismo,
a saber, el especismo y la destrucción del ambiente.

Desde el principio de la historia, el establishment ha dependido de estas
dinámicas opresivas y ha incrementado y concentrado su poder como resultado de
ellas. Por consiguiente, cada forma de opresión se ha vuelto independiente de las
otras. La infusión de estas distintas dinámicas opresivas ha servido para aumentar y
complementar a cada una tanto en versatilidad como en fuerza.

Así que la fuerza tras las instituciones que nos han manipulado socialmente
es la misma fuerza detrás del racismo y el especismo, el sexismo y el clacismo, y
demás. Sería razonable asumir, entonces, que la mayoría de nosotros, como producto
de las instituciones del establishment, hemos sido socialmente modificados para
fomentar la opresión dentro y entre nosotros.

La revolución es el proceso —no el evento— de desafiar la falsa sabiduría
y valores con que hemos sido adoctrinados y de desafiar las acciones que hemos
aprendido a hacer y a no hacer. Nosotros somos el enemigo; derrocar al opresor
en nuestras cabezas será la revolución —verlo caer en pedazos por las calles será
simplemente una señal (¡dichosa!) de que estamos sublevándonos juntos de una
forma unificada e ilimitada. La revolución social es una recopilación de procesos
internos. El cambio social radical de las condiciones objetivas en cuyo contexto
vivimos sólo puede florecer como resultado de tal revolución.

Veganismo Radical

Dos palabras más cuyos significados son usualmente malinterpretados
son “radicalismo” y “veganismo”. La apropiación de estos términos por liberales
miopes y egocéntricos ha eliminado el potencial originalmente otorgado a ellos.
De nuevo, sin reivindicar un monopolio en definiciones “verdaderas”, ofreceré mis
significados personales para estos términos.

El radicalismo y el extremismo no son sinónimos en absoluto, como
usualmente se cree. La palabra “radical” se deriva de la raiz latina “rad”, que
significa “raíz”. El radicalismo no es una medida del grado de fanatismo ideológico
hacia la derecha o la izquierda; al contrario, describe un estilo de acercamiento a los
problemas sociales. El radical, literalmente hablando, es alguien que busca la raíz
del problema de forma que pueda atacarlo para obtener una solución.

Los radicales no limitan sus metas a reformas. No es su asunto hacer
concesiones con victimizantes para generar un alivio a la miseria resultante de la
opresión. Esas son tareas usualmente dejadas a los liberales y progresistas. Aunque
se reconoce que usualmente las reformas traen como consecuencia ganancias, para
los radicales el único fin satisfactorio es la victoria —un fin definido como un cambio

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Liberación animal y revolución social

revolucionario en las raices de la opresión.

Por mi definición, el vegetarianismo puro no es veganismo. Rehusarse a
consumir productos de animales no-humanos, aunque un modo de vida maravilloso,
no es en si mismo veganismo. El vegan basa sus elecciones en una comprensión radical
de lo que la opresión animal realmente es, y su forma de vida es altamente informada
y politizada. Por ejemplo, no es raro que los auto llamados veganos justifiquen
su consumo despreocupado de productos de grandes compañías afirmando que los
animales se encuentran indefensos y los humanos no. Muchos vegetarianos no ven
la validez de las causas de la liberación humana, o las ven como subordinadas en
importancia a aquellas de los animales quienes no pueden defenderse por si mismos.
Ese pensamiento expone la ignorancia del vegetariano liberal, no sólo en cuanto a
la opresión humana, sino también en cuanto a la profunda conexión entre el sistema
capitalista en general y las industrias de la opresión animal.

Mucha gente que se llama a si misma vegan y activista de los derechos
animales, en mi experiencia, tiene muy poco o ningun conocimiento de la ciencia
social; y, usualmente, lo que ellos “saben” sobre la conexión entre la sociedad y la
naturaleza no-humana está colmado de desaciertos. Por ejemplo, no es raro escuchar
a los vegans argumentar que es el consumo de animales lo que causa el hambre en el
mundo. Después de todo, más del 80% de los granos producidos en Estados Unidos
es dado al ganado como alimento, y esa cantidad sería más que suficiente para
eliminar la hambruna en el mundo. Parece lógico concluir, entonces, que el término
del consumo humano de animales en los Estados Unidos traería como consecuencia
esta disminución de la hambruna mundial. El gurú vegano John Robbins parece
sostener esta creencia.

¡Pero es completamente falsa! Si los norteamericanos dejaran de comer
carne el próximo año, es improbable que una sóla persona hambrienta fuera
alimentada con nuevos granos producidos en suelo estadounidense. Esto es porque
el problema del hambre global, así como el de la “sobrepoblación”, no es lo que
parece. Estos problemas tienen su raíz no en la disponibilidad de recursos, sino en
la asignación de éstos. Las élites requieren la escacés —un suministro de recursos
altamente restringido— por dos razones principales:

Primero, el valor de mercado de los bienes cae fuertemente a medida que
el suministro incrementa. Si los granos que actualmente se usan para alimentar a
los animales de pronto se encontraran disponibles, ese cambio bajaría el precio
de los granos al suelo, eliminando el márgen de ganancias. Por lo tanto, las élites
con inversiones en el mercado de granos para agricultura tienen intereses que
corresponden directamente a aquellos de las élites que poseen parte del mercado
de la agricultura animal. Los vegetarianos tienden a creer que los productores de
vegetales y granos son buenos mientras aquellos involucrados en la cría de animales

Liberación animal y revolución social

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Epílogo de la tercera impresión

Cuando la segunda edición de este panfleto se imprimió hace casi un año,
añadí un pequeño “epílogo” proclamando mi procupación sobre algunas de las
nociones expresadas en el texto original. Más que hacer cambios editoriales serios
al contenido del ensayo, el cual creo aún se mantiene como un tratado sólido, he
optado por discutir algunas de mis más recientes conclusiones en el tema.

En cuanto a Liberación, entre los problemas que tengo ahora con la pieza
original es el uso del término “liberación” por mi y otras personas para describir lo
que es en realidad la liberación de animales de la explotación y la opresión a manos
de los humanos.
Creo que la liberación es un concepto particularmente humano, basado en el
proceso subjetivo de crear conciencia y auto-empoderamiento. La liberación es
personal, y es mucho más complicada que simplemente remover cadenas físicas.
Cuando un prisionero es liberado de los confines de la encarcelación, el no ha sido
necesariamente “liberado” de la opresión de una sociedad autoritaria. El simplemente
ha salido de su celda.

Alcanzar la liberación en si quizás sea un ideal imposible para cualquier
terrestre —es algo que va a veces más allá de las capacidades de cualquier animal.
Puede sostenerse que los animales que son abusados y violados (y obviamente
sufren daño psicológico) deben, como los humanos oprimidos, pasar por un
proceso de recuperación psicológica o subjetiva. Pero aún la recuperación personal,
teoréticamente dentro de las capacidades de muchas especies de animales nohumanos, no es verdaderamente una liberación. Como la liberación, definida por
mi, requiere una concienciación social, para la cual los nohumanos (y algunos
humanos) simplemente no poseén la capacidad, su textura es más compleja que
aquella de la recuperación. Todo esto puede parecer un problema de semántica. Sin
embargo, insisto en que hay mucho más.

Por mucho tiempo, la liberación humana ha sido percibida simplemente
como un proceso social/estructural. Cuando cambiamos las condiciones de la
sociedad, nos liberamos. Creo que un acercamiento mucho más dialéctico se
encuentra en proceso. Debemos liberarnos, como colectivos o individuos, antes
de restructurar la sociedad de forma que pueda ser conductora a la liberación. Al
mismo tiempo, antes de poder volvernos personalmente liberados (empoderados,
ilustrados, etc), debemos de reestructurar la sociedad y sus instituciones.

Esto puede parecer una Trampa-22, convirtiéndonos en gatos persiguiendo
su propia cola. Pero cuando vemos esto de forma dialéctica, como un proceso gradual
y bilateral de reflujo y flujo, la complejidad de la teoría liberacionista comienza a
revelarse.

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la naturaleza no-animal tiene un valor que no puede ser cuantificado en términos
económicos, así como los vegans han demostrado el valor de los animales nohumanos, un valor que no puede ser calculado por economistas, sino simplemente
medido por la compasión humana.

Esa compasión, demostrada hacia el proletariado por los socialistas, hacia
las mujeres y “queers” por los feministas, hacia gente de color y etnias marginadas
por los intercomunalistas, hacia los jóvenes y ancianos por los jovenistas, y hacia
aquellos al final de la punta de la pistola del estado por los libertarios, es la misma
compasión que los vegans y ambientalistas radicales sienten hacia el mundo nohumano. Que cada uno de nosotros necesita convertirse en todos estos “tipos” de
radicales —e incorporar sus ideologías en una teoría, visión, estrategia y práctica
holística— es un truismo que no podemos permitirnos ignorar.

Sólo una perspectiva y estilo de vida basados en una verdadera compasión
pueden destruir las conceptualizaciones opresivas de la sociedad actual y comenzar
una nueva al crear relaciones y realidades deseadas: Esto, para mí, es la escencia de
la anarquía. Nadie que fracase en adoptar todas las luchas contra la opresión como
suyas llena mi definición de anarquista. Puede parecer mucho por pedir, pero nunca
dejaré de pedirlo a cada ser humano.

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son infames. El hecho es, sin embargo, que los vegetales son una comodidad, y
aquellos con intereses financieros en la industria vegetal no quieren que su producto
esté disponible si ello significa cultivar más para tener aún menos ganancias.

Segundo, sucede que la distribución global y nacional de la comida es una
herramienta política. Los gobiernos y las organizaciones económicas internacionales
manipulan cuidadosamente el suministro de comida y agua para controlar
poblaciones enteras. A veces, la comida puede ser negada a la gente hambrienta de
forma que esta se mantenga débil y dócil. Otras veces, su provisión es parte de una
estrategia que intenta aplacar a poblaciones inquietas que se encuentran al borde de
la revuelta.

Sabiendo todo esto, se vuelve razonable asumir que el gobierno de los
Estados Unidos, tan estrechamente controlado por intereses privados, subsidiaría la
no-producción de granos, para “salvar a la industria de un colapso”. A los agricultores
entonces se les pagaría para no producir granos, o hasta para destruir sus cultivos.

No es suficiente boicotear a la industria cárnica y esperar que los recursos
sean trasladados para alimentar a los pobres. Debemos establecer un sistema que
realmente intente cubrir las necesidades humanas, lo cual implica una revolución
social.

Esta es sólo una de muchas conexiones entre la explotación animal y
humana, pero ilustra bien la necesidad de una revolución total. Una revolución en
la relación entre humanos y animales tiene un alcance limitado y es, de hecho,
reemplazada por la misma naturaleza de la sociedad moderna. Una razón por la
cual los animales son explotados en primer lugar es porque su abuso es rentable.
Los vegetarianos tienden a comprender hasta aquí. Pero la industria de la carne
(incluyendo lácteos, vivisección, etc) no es una entidad aislada. La industria cárnica
no será destruida hasta que el capitalismo de mercado sea destruido, pues es éste
último el que da ímpetu e iniciativa al primero. Y para los capitalistas, la idea de
ganancias fáciles a través de la explotación animal es irresistible.

El motivo ganancia no es el único factor social que fomenta la explotación
animal. De hecho, la economía es sólo una forma de relación social. También
tenemos relaciones políticas, culturales e interpersonales, cada una de la que se
puede demostrar influencia la percepción de que los animales existen para ser usados
por los humanos.

La Biblia cristiana, y las religiones occidentales en general, están colmadas
de referencias al presunto “derecho divino” de los humanos de usar a nuestros
homólgos no-humanos para nuestras propias necesidades. En este momento
de la historia, es absurdo para cualquiera pensar que los humanos necesiten
explotar a los animales. Hay muy poco que podamos ganar del sufrimiento de los
animales no-humanos. Pero Dios supuestamente dijo que los podemos usar, así

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Liberación animal y revolución social

que continuamos haciéndolo, a pesar del hecho de que hemos sobre-evolucionado
cualquier necesidad real que alguna vez hayamos tenido de hacerlo.

Los vivisectores argumentan que podemos aprender de los animales nohumanos, y usan esta afirmación para justificar la tortura y el asesinato de seres
sensibles. Los radicales necesitan darse cuenta, como los vegans, de que lo único
que podemos aprender de los animales es cómo vivir en una una relación sensata
con nuestro ambiente. Necesitamos observar a los animales en su ambiente natural,
e imitar sus relaciones ambientales dentro de lo posible. Tal comprensión de la
harmonía entre los humanos y la naturaleza algún día salvará y añadirá valor a
más vidas que lo que el encontrar una cura al cáncer a través de la “ciencia” de
la tortura animal jamás logrará. Después de todo, la raíz de la mayor parte de los
cánceres es el maltrato humano de la naturaleza. Ningún radical esperaría encontrar
una solución a tal problema en una mayor destrucción de la naturaleza por medio de
la experimentación animal.

Las correlaciones entre especismo y racismo —entre el trato a los animales
y a la gente de color— han sido explicitamente (y gráficamente) demostradas. En
el libro The Dreaded Comparison: Human and Animal Slavery, Marjorie Spiegel
astutamente hace increíbles comparaciones entre el trato a los animales por los
humanos y el trato a las “razas inferiores” por los blancos, afirmando que “ambos
tratos están construidos al rededor de la misma relación básica —aquella entre el
opresor y el oprimido”. Como ilustra Spiegel, historicamente el trato de los no-blancos
por los blancos ha sido espantosamente similar a aquel de los no-humanos por los
humanos. Decidir que una opresión es válida y la otra no, es limitar conscientemente
la comprensión del mundo; es optar por una ignorancia voluntaria, usualmente por
conveniencia personal. “Una causa a la vez”, dice el pensador monista, como si
estas dinámicas interrelacionadas pudieran ser esterlizadas y eliminada la relación
que existe entre ellas.

El dominio masculino en forma de patriarcado y el especismo, producto del
antropocentrismo, han sido expuestos con una claridad poética por Carol Adams en
su libro: The Sexual Politics of Meat. El feminismo y el veganismo tienen mucho en
común, y cada uno tiene suficiente para enseñar y para aprender del otro. Después
de sacar comparaciones concretas entre la perspectiva patriarcal y el trato a los
animales, Adams describe y pide que se reconozca la conexión profunda entre el
estilo de vida vegan y el feminista.

Una comparación entre las relaciones interpersonales y las humano-animal
que no ha sido examinada a fondo, que yo sepa, incluye el trato de los adultos
hacia los niños y los jóvenes, así como el trato de los adultos hacia los ancianos.
En cada caso, los oprimidos son vistos como seres desprovistos de una completa
capacidad de hacerse cargo de sus acciones. En instancia, los niños y los adultos

Liberación animal y revolución social

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La acción revolucionaria

Comprendernos a nosotros mismos y nuestras relaciones con el mundo
que nos rodea no es más que el primer paso hacia la revolución. Así, debemos
aplicar nuestra comprensión a un práctico programa de acción. Cuando hablo de
acción, no me refiero solamente a los eventos semanales o mensuales en los que,
en colaboración con un grupo organizado, exponemos nuestras creencias en una
manifestación, o cuando ejecutamos un atraco planeado a un lugar de opresión.

La acción no es tan limitada. Puede encontrarse en nuestras vidas diarias,
nuestra rutina y nuestras actividades no tan rutinarias. Cuando hablamos de nuestras
creencias y las promovemos en conversaciones, en el trabajo, durante la cena, estamos
actuando. De hecho, ya sea que nos demos cuenta o no, todo lo que hacemos es una
acción o una serie de acciones. Reconocer esto nos permite transformar nuestras
vidas diarias de reprimidas y alienadas a liberadoras y revolucionarias.

El papel de la revolucionarista es simple: convertir tu vida en un modelo
miniatura de la sociedad alternativa y revolucionaria que imaginas. Eres un
microcosmos del mundo que te rodea, y aún la más básica de tus acciones afecta al
contexto social del que eres parte. Tu puedes hacer de esos efectos algo positivo y
radicale en su naturaleza.

La revolución debe volverse parte de nuestro estilo de vida, guiada por
una visión y alimentada por la compasión. Cada pensamiento, cada palabra, cada
acción debe estar arraiazada en la praxis radical. Debemos liberar nuestros deseos
a través de la crítica constante de lo que hemos sido enseñados a pensar, y de una
búsqueda persistente de lo que realmente queremos. Una vez conocidos nuestros
deseos, debemos actuar en sus intereses.

Después de identificar como trabaja nuestra sociedad y decidir lo que
queremos, debemos comenzar a desmantelar el presente y a armar el futuro —y
debemos de hacerlo simultáneamente. Mientras derribamos los vestigios de la
opresión, debemos también crear, con análisis y espontaneidad al mismo tiempo,
nuevas formas de relación social y ambiental, facilitadas por instituciones nuevas y
frescas. Económicamente hablando, la posesión privada de ahora debe de convertirse
en posesión social mañana. Donde la asignación de producción, consumo y recursos
son ahora dictados por fuerzas de mercado irracionales, en el futuro debe hacerlo un
sistema racional para la adquisición y distribución de bienes materiales y servicios
con un enfoque en la igualdad, diversidad, solidaridad, autonomía y/o los que
queremos sean los valores que guían nuestras visiones.

Como un visionario, el vegan ve al mundo libre de explotación animal.
Más allá, ve una relación realmente pacífica y “cuerda” entre la sociedad humana
y su ambiente natural. El movimiento de ecología profunda nos ha enseñado que

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Liberación animal y revolución social

razonamiento complejos. Los no-humanos no pueden. Los humanos son personas,
los demás son bestias, en el mejor de los casos. Los animales son menos que los
humanos no por naturaleza, sino por deshumanización activa, un proceso mediante
el cual la gente conscientemente despoja a los animales de su valor. Después de
todo, la inhabilidad de hablar o razonar de forma “inteligente” no somete a los
infantes o a la gente con severo retrazo mental a la violencia que millones de nohumanos sufren a diario.

Afrontémoslo, la dicotomía entre el humano y el animal es más arbitraria
que científica. No es más diferente que aquella planteada entre “blancos” y “negros”
o “rojos” o “amarillos”; entre adulto y niño; entre hombre y mujer; entre heterosexual
y homosexual; local y extranjero. Las líneas se dibujan sin cuidado pero con una
intención tortuosa, y nuestro pensamiento está modificado por las instituciones que
nos llevan a creer que nosotros estamos de un lado de la línea, y que esa línea es
racional.

En la vida diaria, nos enajenamos de los resultados de nuestras acciones
más básicas. Cuando compramos un producto comestible en la tienda, podemos
leer la lista de ingredientes y usualmente sabemos si en el proceso de producción se
asesinó y/o torturó animales. ¿Pero qué sabemos de la gente que hizo ese producto?
¿Se les pagó menos a las mujeres que a los hombres? ¿Fueron los negros subyugados
por los blancos en el piso de la fábrica? ¿Se pisoteó el esfuerzo de una unión o
colectivización de trabajadores? ¿Se asesinó a cien de ellos en una protesta que
exigía un salario digno?

Cuando yo, como hombre, converso con una mujer o con alguien menor que
yo, ¿soy dominante y prepotente como he sido condicionado a ser por una sociedad
patriarcal? ¿Me veo a mi mismo como persona “blanca”, “superior” a los “negros”
(aún inconscientemente)? ¿veo a las personas de color como inherentemente distintas
a mi? Estas son preguntas que no se nos fomenta a hacernos. Pero que debemos.
Para superar/vencer la enajenación, debemos ser vigilantemente críticos no sólo
del mundo que nos rodea, sino también de nuestras propias ideas, perspectivas y
acciones. Si queremos extinguir la opresión en nuestras cabezas, debemos cuestionar
constantemente nuestras creencias y suposiciones. Lo que debemos preguntarnos
como individuos son los efectos de nuestras acciones, no solo sobre aquellos quienes
nos rodeas, sino también en nuestro entorno natural.

Como un componente clave de la perpetuación de la opresión, toda la
alienación debe destruirse. Mientras podamos ignorar el sufrimiento en el matadero
y el laboratorio de vivisección, podemos ignorar las condiciones del tercer mundo,
del gueto urbano, del hogar abusivo, del salón de clases autoritario, y demás. La
habilidad para ignorar una opresión es la habilidad para ignorar cualquier otra
opresión.

Liberación animal y revolución social

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mayores por igual son vistos como débiles e incompetentes (a pesar de su potencial
real de responsabilidad). El etarismo esta arraigado en algo que llamo adultocracia,
que se refiere a la noción de que la adultez es poseída por una cierta calidad de
responsabilidad no encontrada en los mayores o en los jóvenes. Como los animales,
aquellos oprimidos por el etarismo son tratados como objetos desprovistos de
carácter o valor individual. Son explotados en lo posible, consentidos cuando
se estiman “tiernos”, pero casi nunca dotados del respeto ofrecido a los adultos
humanos. Que los niños, los ancianos y los animales sean seres vivientes, pensantes
y sintientes, de alguna forma se pierde en la búsqueda del adulto por dominio y
poder. A diferencia del patriarcado, la adultocracia no requiere una jerarquía formal:
afirma su dominio al convencer a sus víctimas de ser menos válidas que sus opresores
adultos. Los no-humanos también pueden ser fácilmente invalidados. Un gran paso
en esa dirección se da simplemente al privarlos de cualquier libertad de desarrollar
carácter individual.

No hay duda de que el estado está del lado de aquellos que explotan a los
animales. Con mínimas excepciones, la ley es definitivamente anti-animal. Esto se
demuestra con el subsidio gubernamental de las industrias lácticas y cárnicas, de
la vivisección y del uso militar de los no-humanos, así como de su oposición hacia
aquellos que resisten contra la industria de la explotación animal. El político nunca
comprenderá por qué el estado debe proteger a los animales. Después de todo, cada
esfera de la vida social condena y fomenta su abuso. Actuar en los “intereses” de los
electores (humanos) siempre se traducirá, por más absurdo que parezca, en actuar
contra los intereses del reino animal, un extenso electorado que aún falta por recibir
el derecho al voto.

Pero, el anarquista se pregunta, si cada animal fuera provisto de sufragio y
después se reafirmara su necesidad de protección al votar, ¿tendríamos una mejor
sociedad? Es decir, ¿realmente queremos que el estado se interponga entre los
humanos y los animales, o preferirríamos eliminar la necesidad de tal barrera? La
mayoría estaría de acuerdo en que la elección óptima sería dejar que los humanos
decidan detener el consumo animal sin antes haber sido obligados a hacerlo. Después
de todo, si la prohibición de alcohol causó tanto crimen y violencia, ¡imaginen el
conflicto social que la prohibición de carne causaría! Así como la guerra de las
drogas nunca afectará los problemas brindados por la dependencia química y su
correspondiente “submundo”, ninguna guerra legal contra la carne tendría alguna
oportunidad de frenar la explotación animal; simplemente causaría más problemas.
Las raices de este tipo de problemas se encuentran en el deseo social —creado y—
reforzado para producir y consumir aquello que no necesitamos. Todo en nuestra
sociedad actual nos dice que “necesitamos” drogas y carne. Lo que realmente
necesitamos es destruir esa sociedad.

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Liberación animal y revolución social


El vegan debe ir más allá de la comprensión monista de la opresión nohumana y entender sus raices en las relaciones sociales humanas. Además, el
vegan debe extender su estilo de vida de resistencia a la resistencia de la opresión
humana.

La violencia en la vida diaria

Nuestra sociedad, pocos discreparían, está basada en gran parte en la
violencia. Hacia dónde volteemos, parece, hay violencia, una percepción aumentada
exponencialmente por las imágenes de los medios controlados por las corporaciones.
Esta violencia, como parte de nuestra cultura y nuestra existencia, sin duda tiene
una profunda influencia en nosotros, influencia cuyo extento difícilmente podemos
esperar comprender en su totalidad algún día. Aquellos que están en el final receptor
de la violencia naturalmente sufren un severo desempoderamiento. Como el poder
es un concepto social, nosotros como personas no necesariamente comprendemos
lo que significa para nosotros. Cuando percibimos una pérdida de poder, una de
nuestras típicas reacciones es reafirmar el poco poder que nos queda. Una vez
internalizados los efectos de la opresión, los llevamos con nosotros, usualmente
para convertirnos en victimizadores. Es una verdad desafortunada que las víctimas
usualmente se vuelven perpretadoras específicamente por haber sido victimizadas.
Cuando la victimización toma forma de violencia física, ésta usualmente se traduce
en más violencia.

Con ello en mente, podemos ver claramente por qué el abuso hacia los
animales —ya sea directamente, como es el caso del maltrato hacia las mascotas, o
indirectamente, como en el proceso del consumo de carne— se correlaciona con la
violencia social. Los humanos que son maltratados tienden a maltratar a otros, y los
animales se encuentran entre las víctimas más fáciles e indefensas. Esto expone aún
otra razón por la cual aquellos preocupados por el bienestar de los animales deben
combatir la opresión social.

Además, esta dinámica de causa-efecto funciona en ambas direcciones.
Se ha demostrado que aquellos que son violentos hacia los animales —directa o
indirectamente— también tienden a mostrar violencia hacia otros humanos. La
gente que se alimenta de una dieta vegetariana, en este caso, es típicamente menos
violenta que aquella que consume carne. La gente que abusa de sus mascotas
dificilmente para ahí —sus hijos y parejas usualmente son los siguientes.

Es absurdo pensar que una sociedad que oprime a los animales no-humanos
podrá convertirse en una sociedad que no oprima a los humanos. Reconocer la
opresión animal entonces se convierte en un prerequisito para el cambio social
radical.
Liberación animal y revolución social

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La alienación en la vida diaria

En la raíz de la opresión, sostiene la radical, se encuentra la alienación.
Los seres humanos somos creaturas sociales. Somos capaces de sentir compasión.
Somos capaces de comprender que hay un bienestar social, un bien común. Porque
podemos sentir empatía hacia otros, aquellos que nos enfrentan contra los demás
como sociedades, comunidades e individuos, o como humanos contra la naturaleza,
deben alienarnos de los efectos de nuestras acciones. Es difícil convencer a un
humano a que cause sufrimiento a otro. Es aún más difícil convencer a un humano
a dañar a un animal no-humano sin razón alguna, o de directamente contribuir a la
destrucción de su propio ambiente natural.

Cuando una sociedad va a la guerra con otra, es imperativo que el líder
de cada sociedad convenza a “las masas” de que la población adversaria es mala y
sub-humana. Más allá, los líderes deben esconder los resultados reales de la guerra:
violencia masiva, destrucción y derramamiento de sangre. La guerra es algo que
sucede en otro lugar, nos dicen, y esos “extranjeros” que mueren lo merecen.

Las dinámicas opresoras en las relaciones sociales siempre están basadas
en la dicotomía nosotros-ellos, con el opresor visto claramente como algo distinto
al oprimido. Pues el opresor, el “nosotros” es supremo y privilegiado. El rico
“entiende” que sus riquezas son adquiridas por métodos “justos” y “honestos”.
Tanto el opresor como el oprimido son llevados a creer que es la discapacidad del
pobre y su incompetencia lo que lo mantiene así. No se reconoce el hecho de que el
privilegio económico automáticamente precipita la desigualdad. Simplemente no es
suficiente darse la vuelta cuando a algunos se les permite llevar más de su pedazo.
Pero los ricos son alienados de este truismo. Deben de serlo, pues de otra forma no
serían capaces de justificar la desigualdad a la que contribuyen.

El vegan entiende que la explotación humana y el consumo de animales son
facilitados por la alienación. La gente no podría vivir de la forma en que lo hace —a
expensas del sufrimiento animal— si entendiera los efectos reales de tal consumo.
Esta es precisamente la razón por la cual el capitalismo tardío ha eliminado por
completo al consumidor del proceso de producción. La tortura sucede en otro lugar,
detrás de puertas (fuertemente) cerradas. Si se les permitiera empatizar con las
víctimas de la opresión de las especies, los humanos no podrían continuar con sus
vidas como actualmente lo hacen.

Los humanos deben de mantenerse alienados de la simple lógica que existe
detrás del veganismo. Para mantener la dicotomía nosotros-ellos entre humano y
“animal” (¡como si nosotros no fueramos animales!), no se nos puede permitir escuchar
los argumentos básicos en favor de trascender este falso sentido de dualidad.

Se nos dice que los humanos pueden emplear lingüismos y estilos de

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Liberación animal y revolución social

Liberación animal
y
revolución social

una perspectiva

vegan del anarquismo
o
una perspectiva

anarquista del veganismo
escrito por Brian A. Dominick


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