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revolucionario en las raices de la opresión.

Por mi definición, el vegetarianismo puro no es veganismo. Rehusarse a
consumir productos de animales no-humanos, aunque un modo de vida maravilloso,
no es en si mismo veganismo. El vegan basa sus elecciones en una comprensión radical
de lo que la opresión animal realmente es, y su forma de vida es altamente informada
y politizada. Por ejemplo, no es raro que los auto llamados veganos justifiquen
su consumo despreocupado de productos de grandes compañías afirmando que los
animales se encuentran indefensos y los humanos no. Muchos vegetarianos no ven
la validez de las causas de la liberación humana, o las ven como subordinadas en
importancia a aquellas de los animales quienes no pueden defenderse por si mismos.
Ese pensamiento expone la ignorancia del vegetariano liberal, no sólo en cuanto a
la opresión humana, sino también en cuanto a la profunda conexión entre el sistema
capitalista en general y las industrias de la opresión animal.

Mucha gente que se llama a si misma vegan y activista de los derechos
animales, en mi experiencia, tiene muy poco o ningun conocimiento de la ciencia
social; y, usualmente, lo que ellos “saben” sobre la conexión entre la sociedad y la
naturaleza no-humana está colmado de desaciertos. Por ejemplo, no es raro escuchar
a los vegans argumentar que es el consumo de animales lo que causa el hambre en el
mundo. Después de todo, más del 80% de los granos producidos en Estados Unidos
es dado al ganado como alimento, y esa cantidad sería más que suficiente para
eliminar la hambruna en el mundo. Parece lógico concluir, entonces, que el término
del consumo humano de animales en los Estados Unidos traería como consecuencia
esta disminución de la hambruna mundial. El gurú vegano John Robbins parece
sostener esta creencia.

¡Pero es completamente falsa! Si los norteamericanos dejaran de comer
carne el próximo año, es improbable que una sóla persona hambrienta fuera
alimentada con nuevos granos producidos en suelo estadounidense. Esto es porque
el problema del hambre global, así como el de la “sobrepoblación”, no es lo que
parece. Estos problemas tienen su raíz no en la disponibilidad de recursos, sino en
la asignación de éstos. Las élites requieren la escacés —un suministro de recursos
altamente restringido— por dos razones principales:

Primero, el valor de mercado de los bienes cae fuertemente a medida que
el suministro incrementa. Si los granos que actualmente se usan para alimentar a
los animales de pronto se encontraran disponibles, ese cambio bajaría el precio
de los granos al suelo, eliminando el márgen de ganancias. Por lo tanto, las élites
con inversiones en el mercado de granos para agricultura tienen intereses que
corresponden directamente a aquellos de las élites que poseen parte del mercado
de la agricultura animal. Los vegetarianos tienden a creer que los productores de
vegetales y granos son buenos mientras aquellos involucrados en la cría de animales

Liberación animal y revolución social

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Epílogo de la tercera impresión

Cuando la segunda edición de este panfleto se imprimió hace casi un año,
añadí un pequeño “epílogo” proclamando mi procupación sobre algunas de las
nociones expresadas en el texto original. Más que hacer cambios editoriales serios
al contenido del ensayo, el cual creo aún se mantiene como un tratado sólido, he
optado por discutir algunas de mis más recientes conclusiones en el tema.

En cuanto a Liberación, entre los problemas que tengo ahora con la pieza
original es el uso del término “liberación” por mi y otras personas para describir lo
que es en realidad la liberación de animales de la explotación y la opresión a manos
de los humanos.
Creo que la liberación es un concepto particularmente humano, basado en el
proceso subjetivo de crear conciencia y auto-empoderamiento. La liberación es
personal, y es mucho más complicada que simplemente remover cadenas físicas.
Cuando un prisionero es liberado de los confines de la encarcelación, el no ha sido
necesariamente “liberado” de la opresión de una sociedad autoritaria. El simplemente
ha salido de su celda.

Alcanzar la liberación en si quizás sea un ideal imposible para cualquier
terrestre —es algo que va a veces más allá de las capacidades de cualquier animal.
Puede sostenerse que los animales que son abusados y violados (y obviamente
sufren daño psicológico) deben, como los humanos oprimidos, pasar por un
proceso de recuperación psicológica o subjetiva. Pero aún la recuperación personal,
teoréticamente dentro de las capacidades de muchas especies de animales nohumanos, no es verdaderamente una liberación. Como la liberación, definida por
mi, requiere una concienciación social, para la cual los nohumanos (y algunos
humanos) simplemente no poseén la capacidad, su textura es más compleja que
aquella de la recuperación. Todo esto puede parecer un problema de semántica. Sin
embargo, insisto en que hay mucho más.

Por mucho tiempo, la liberación humana ha sido percibida simplemente
como un proceso social/estructural. Cuando cambiamos las condiciones de la
sociedad, nos liberamos. Creo que un acercamiento mucho más dialéctico se
encuentra en proceso. Debemos liberarnos, como colectivos o individuos, antes
de restructurar la sociedad de forma que pueda ser conductora a la liberación. Al
mismo tiempo, antes de poder volvernos personalmente liberados (empoderados,
ilustrados, etc), debemos de reestructurar la sociedad y sus instituciones.

Esto puede parecer una Trampa-22, convirtiéndonos en gatos persiguiendo
su propia cola. Pero cuando vemos esto de forma dialéctica, como un proceso gradual
y bilateral de reflujo y flujo, la complejidad de la teoría liberacionista comienza a
revelarse.

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