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tencia mundial rusa. En esos tiempos, Hungría era una poderosa fortaleza del cristianismo occidental. La
dinastía real, procedente del conquistador del territorio patrio, el
caudillo Árpád, dio más santos a la
Iglesia que cualquier otra casa real
católica. Los caballeros y los reyes
caballeros húngaros participaron en
las cruzadas a Tierra Santa, y el país
desempeñó cierto papel misionario y
de transmisor cultural hacia el este y
el sur.
Durante los siglos del medioevo,
el Reino de Hungría fue considerado
un baluarte del cristianismo occiden-

tal. En efecto, las fronteras orientales
y meridionales del país constituían
a la vez las fronteras del occidente.
Esto queda demostrado muy bien
por el hecho de que Hungría era la
región fronteriza de la construcción
de iglesias románicas y góticas: las
catedrales San Martín de Bratislava y
Santa Isabel de Kosice, así como los
templos de Nuestra Señora de Buda
y de San Miguel de Cluj, así como la
Iglesia Negra de Brasov son testimonios de la expansión de la civilización occidental hacia el oriente.
La arquitectura, la pintura y la escultura medievales húngaras surgieron

La biblioteca del rey Matías guardaba el tesoro de 2500 Corvinas

ante todo por iniciativa eclesiástica y
en ello jugaron un papel considerable
las órdenes monásticas, particularmente los benedictinos y los cistercienses, a la vez que el poder real
también nos legó importantes recuerdos arquitectónicos, principalmente, en Esztergom, Székesfehérvár y Buda.
A pesar del indudable progreso, el
Estado húngaro medieval ocasionalmente tuvo que afrontar crisis graves,
debido, por lo general, a que las
potencias enemigas, que atacaban
desde el este, en varias ocasiones
destruyeron los resultados del desarrollo. Por ejemplo, las tropas de
los mongoles (tártaras), los que a
mediados del siglo XIII invadieron
las regiones orientales de Europa y
en 1241 derrotaron, en la batalla de
Muhi, el ejército del rey Béla IV,
destruyeron prácticamente todo el
país. El rey tuvo que abandonar
huyendo el país, y cuando volvió
hubo de llevar a cabo una “segunda
fundación de la patria”. En el siglo
XV alcanzó las fronteras del país un
enemigo mucho más peligroso que
los anteriores: el imperio turco otomano que se expandía desplegando
enormes fuerzas militares. El excelente estratega, János Hunyadi,
logró detener su avance por varias
décadas con la histórica derrota de
las tropas turcas en 1456 en Nándorfehérvár (el actual Belgrado).
Gracias a esta victoria, la que
libró por mucho tiempo la Europa
cristiana de la expansión turca, el hijo
entronizado de Hunyadi, Matías,
sólo tuvo escaramuzas pequeñas con
los turcos, y pudo intentar edificar un
imperio en el occidente, para emplear
luego la fuerza de éste contra los
turcos.
El Reino de Hungría, ubicado
en el orden mundial occidental, se
sentaba sobre bases económicas
sólidas (el país era uno de los centros
medievales de la minería de metales
preciosos y la renta del rey húngaro
alcanzaba los ingresos del monarca
de Inglaterra), estableció una organización estatal duradera y creó una
!