APUNTE N° 7 Comunicación interna, 7 áreas de acción Alejandro Formanchuk.pdf


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Hace varios años que utilizo el “M7” como una herramienta práctica tanto para entender
los escenarios como para intervenir en ellos y trazar estrategias de diagnóstico y
planificación en organizaciones.

Las 7 Áreas de Valor

1. Esencial
En primer lugar pensemos que una organización nace a partir de una conversación, es el
resultado de un “compromiso conversacional” como dice Rafael Echeverría. Esto significa,
básicamente, que todo comienza con un diálogo, con una palabra fundadora que pone a
andar la rueda.
Por ejemplo: antes de que Sudáfrica arme el Campeonato Mundial de Fútbol fue necesario
que un sudafricano le haya dicho a otro: “¿Qué te parece si hacemos el Campeonato
acá?”. Del mismo modo, antes de que una familia se vaya de vacaciones a una playa
alguien tuvo que manifestar que le parecía buena idea ir a descansar a ese lugar y realizar
las negociaciones correspondientes con los que no estaban de acuerdo.
En fin, no importa la magnitud del proyecto ni las complicaciones posteriores: siempre
debe haber lo que yo llamo un “PVI” (“Puntapié Verbal Inicial”) porque todo
emprendimiento humano brota de una comunicación (lo cual nos demuestra que no sólo
los dioses crean mundos a partir de la palabra).
Una vez que el proyecto está configurado, la comunicación vuelve a entrar en juego para
ponerlo en marcha. Los libros dicen que una “organización” son dos o más personas que
se vinculan para alcanzar sus objetivos. Esta vinculación consiste en que los miembros
coordinen sus actividades, tiempos, espacios, recursos y responsabilidades. ¿Cómo logran
hacerlo? A través de la comunicación, desde luego. De hecho, si buscamos su raíz
etimológica, descubrimos que la palabra “comunicación” significa “poner en común”. Por
eso la considero un recurso clave porque tanto una familia, una empresa multinacional o
una Nación deben generar espacios de encuentro para alcanzar sus metas.
Incluso podríamos decir que la comunicación es más que un “recurso”, es el “ser” de la
organización, su combustible, su fluido vital. Alimenta todas sus áreas, es
multidimensional, une cada parte y es indispensable para su existencia y supervivencia: si
no hay comunicación la actividad organizada no existe.
Hay un ejemplo que me encanta y que uso frecuentemente en mis cursos para ilustrar
este punto: el relato bíblico de la Torre de Babel. ¿Recuerdan lo que dicen que hizo Dios
para detener ese emprendimiento? No mandó un rayo o un huracán para destruir la Torre
Comunicación interna: 7 dimensiones de acción para aportar valor

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