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Construcción y Desarrollo de la Propuesta de Intervención Educativa

marco de una práctica puramente instrumental, como bien parece advertir ya Margarita
Rozas (1998).
La Intervención Psico-Pedagógica
Por su parte, el concepto de intervención psico-pedagógica, en principio, parece
ser otra forma particular de designar a la intervención educativa, puesto que se
presentan como términos teorético-discursivos iguales, semejantes o equivalentes, si nos
atenemos al señalamiento planteado por Luz Ángela Ramírez Nieto y Gloria Cecilia
Henao López, quienes indican que aquella ha recibido diversas denominaciones: intervención
psicoeducativa, educativa, pedagógica, psicológica…, la cual trasciende el ámbito escolar,
haciéndose aplicable a lo sanitario, social, familiar, laboral, profesional y empresarial (2011: 30) y,
por lo tanto, comprendería en su concepción, propósitos y prácticas a todas las formas
de intervención profesional en el campo socio-educativo. Hecho que no resuelve de
fondo, el dilema conceptual que estamos analizando, puesto que sólo desplaza de un
término a otro, el mismo conjunto de problemas expuestos antes. Además de que no
sería necesaria la formación profesional del interventor educativo, según propone la
UPN en México, desde principios del siglo XXI, como tampoco se justificaría la
instrucción de un profesionista con mayor tradición en el ámbito de la educación, esto
es, el Trabajador Social, puesto que sólo se trataría de formar psicólogos en los distintos
campos de la orientación educativa, para que se encargaran de intervenir en las
diferentes problemáticas que acontecen en la resolución del fenómeno contemporáneo
de la educación formal, no formal e informal.
Sin embargo, dos factores nos permiten acotar el campo de acción específica de la
intervención psico-pedagógica, al propio tiempo que atemperan las pretensiones
“integralistas” de los distintos autores que exploran sus posibles definiciones
conceptuales, tales son: en primer instancia, la disciplina de conocimiento que sustenta
la formación de sus profesionales y, por eso mismo, determinan sus actuaciones socioeducativas, es decir, el ámbito epistemológico de la psicología, aunque de manera más
concreta, se trata del espacio propio de la psicología educativa; y en segunda instancia,
los aspectos fundamentales que tiene por objeto su reflexión teorético-disciplinaria y, en
consecuencia, sus dispositivos práctico-metodológicos de mediación en el desarrollo del
fenómeno de la educación contemporánea, esto es, la apropiación de estrategias y
técnicas de aprendizaje, el agenciamiento de procedimientos metacognitivos y el
fortalecimiento de los procesos motivacionales. De ahí que, siguiendo a Isabel Solé
Gallart (2002) y a Elena Martín Ortega (2011), bien es posible afirmar que la intervención
psico-pedagógica se dirige hacia la orientación del desarrollo de auto-esquemas, pautas
de formación, educación compensatoria, prevención de comportamientos disruptivos,
competencias para la vida y optimización de las variables organizativas, curriculares, de
interacción y relación implicadas en los procesos de enseñanza y aprendizaje (Martín y Solé,
2011: 15) Ahora bien, de acuerdo con Henao López, et. al. (2006), los diferentes autores
en la materia han construido una propuesta general de principios que rigen la
intervención psico-pedagógica, los cuales son:

FG Marín

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