El robo de la Gioconda.pdf


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Cuando el pintor Louis Béroud que se dedicaba a la copia de cuadros del Museo, para
venderlos a los turistas, entró al salón para coger buen lugar frente al cuadro, notó que
no estaba y avisó de inmediato a la guardia. Al principio no le hicieron caso pues
pensaban que se había retirado para fotografiarlo o para limpiarlo, pero tras la
insistencia de Béroud saltaron las alarmas. El museo cerró por una semana, para
efectos de investigación.
En Paris se desató una auténtica histeria por la desaparición del cuadro, cada periódico
reaccionaba de una manera: Unos se mostraban incrédulos, como Le Gaulois (“¡Es
necesario repetirlo diez veces para creerlo!”) y Éclair (“Increible”); otros indignados,
como Le Petit-Journal (“Inadmisible”) o el Echo de Paris (“La anarquía reina en el
Louvre”); y otros simplemente horrorizados, como Liberté(“Espantoso”).