Novena del perdoÌn.pdf
Vista previa de texto
3er Día
Para vencer el orgullo
●
Reflexión:
Si eres tan miserable, ¿cómo te extraña que los demás tengan miserias?
(Camino, n. 446).
Conforme: aquella persona ha sido mala contigo. – Pero, ¿no has sido tú peor con Dios?
(Camino, n. 686).
Esfuérzate, si es preciso, en perdonar siempre a quienes te ofendan, desde el primer instante,
ya que, por grande que sea el perjuicio o la ofensa que te hagan, más te ha perdonado Dios a ti
(Camino, n. 452).
[Vamos] a rechazar la soberbia, a ser compasivos, a tener caridad; a prestaros mutuamente el
auxilio de la oración y de la amistad sincera
(Forja, n. 454).
●
Intención
Señor, es verdad que yo rezo y, en la oración, te pido perdón…, pero sigo sin perdonar a los que
me ofenden. Perdóname por haber despreciado las palabras de tu Hijo Jesús, que tantas
veces repito al rezar el Padrenuestro: “perdónanos nuestras ofensas, así como nosotros
perdonamos a los que nos ofenden” (Mt 6, 12).
Comprendo que, si fuese sincero, en el fondo de esa dureza descubriría mi orgullo. Reconozco
que soy susceptible, que me muestro fácilmente amargado, que interpreto mal lo que los
demás dicen o hacen, y que la
menor insinuación me deja trastornado… Y Tú, Jesús, ¿qué hacías cuando te maltrataban?
¿Qué haces conmigo cuando te maltrato con mis pecados? Bien sé que, todas las veces que
voy a confesarme, Tú me dices: “Yo te absuelvo”.
Señor, ¡no quiero ser hipócrita! Por intercesión de San Josemaría, concédeme la gracia de ser
humilde, condición imprescindible para poder perdonar.