Novena del perdoÌn.pdf
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8° Día
Para devolver bien por mal
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Reflexión:
A nuestra reincidencia en el mal, responde Jesús con su insistencia en redimirnos, con
abundancia de perdón (Via Crucis, VII estación).
Valen tanto los hombres, su vida y su felicidad, que el mismo Hijo de Dios se entrega para
redimirlos, para limpiarlos, para elevarlos (Es Cristo que pasa, n. 165).
Tarea del cristiano: ahogar el mal en abundancia de bien (Surco, n. 864).
Acostúmbrate a apedrear a esos pobres «odiadores», como respuesta a sus pedradas, con
Avemarías (Forja, n. 650).
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Intención
Buen Jesús, yo reconozco que, cuando me siento ofendido, comienza a hervir dentro de mí el
deseo del desquite. ¡Exactamente lo que Tú no hiciste!
¡Qué difícil es contener la fantasía de las venganzas pequeñas o grandes que mi imaginación
construye. Y, sin embargo, sé que debería pensar en perdonar!
Haz, Señor, que, cuando me sienta así, vengan a mi memoria tus palabras: “Amad a vuestros
enemigos y rezad por los que os persigan” (Mt 5, 44), y las de San Pablo: “no te dejes vencer
por el mal; al contrario, vence el mal con el bien” (Rm 12, 21).
Yo te suplico, Señor, que la meditación de las palabras de San Josemaría para el día de hoy
despierten en mí, por su intercesión, decisiones de rezar siempre por los que me causan un
mal y de desearles el bien, de “ahogar el mal en abundancia de bien”.