Sección Libre El orígen de las ideas sobre la divinidad .pdf


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LA MVI8TA BLANCA

Naturaleza. De este modo se la distinguió de sí misma, y ya no fué mirada sino como
una masa incapaz de obrar.
Fué preciso, por consiguiente, revestir esta fuerza motriz con algunas cualidades.
Como no se veía este ser, se hizo de él un espíritu, una inteligencia, un ser incorpóreo,
es decir, una substancia enteramente diferente de la que conocemos. Los hombres no
podían dar á este ser otras ideas que las que tenían de sí mismos, y así fué que todo
lo que miraban en ellos lo consideraron como perfecciones divinas.
Se le atribuyó desd^ luego una bondad, una sabiduría y un poder sin límites, según el orden que se creyó ver reinar en la Naturaleza, y según los maravillosos efectos
que en ella se obraban.
Pero por otra parte, ¿cómo dejar de atribuirle la malicia, la imprudencia y el
capricho, á la vista de los desórdenes y de los males de que el mundo es tantas veces
teatro? Creyeron deshacer la dificultad creándola enemigos; este es el origen de los
ángeles rebeldes. A pesar de su omnipotencia, no pudo reducirlos; en el mismo caso
se le supone aun con ios hombres que le ofenden.
Sin embargo, creyendo de este modo indicar las causas de las miserias humanas,
no podían desentenderse que muchas veces los hombres justos habían sido envueltos
en los castigos de Dios.
Se pretendió, por consiguiente, que habiendo pecado el hombre, Dios podín vengarse sobre los inocentes; todo esto á ejemplo de los inicuos soberanos, cuyos castigos
se proporcionan más bien á la grandeza y poder del ofendido, que al tamaño y realidad de la ofensa.
Los hombres pewes han servido de modelo á Dios, y el más injusto de los gobiernos fué el dechado de su administración divina.
III
IDEAS CONFUSAS Y EXTRAORDINARIAS DE LA TEOLOGÍA

Dios, dicen, es bueno; pero Dios es el autor de todas las cosas; es preciso, por consiguiente, atribuirle todos los males que afligen la especie humana. El bien y el mal
suponen dos principios, ó es menester que convengamos que si es el mismo, es altamente bueno y malo.
Se nos dice que es justo, y que los males son el castigo de las injurias que ha recibido de los hombres. Así vemos que el hombre tiene poder para hacer sufrir á su
Dios; pero para ofender á cualquiera es menester que haya relaciones entre los dos:
Ofender á cualquiera es hacerle experimentar un sentimiento de dolor; ¿y cómo una
débil criatura que ha recibido su ser de Dios, puede obrar contra la voluntad de una
fuerza irresistible, que no consiente nunca el desorden ni el pecado?
La justicia supone una disposición de dar á cada uno lo que es debido, y sin embargo, se nos dice que Dios no nos debe nada, y que puede sin ofender su equidad,
sumergir la obra de sus manos en la miseria. Estos males, nos dicen, son pasajeros,
no tendrán más que un tiempo; castiga á sus amigos por su propio bien; pero si es
bueno, ¿puede hacerlos sufrir ni aun por un tiempo? Sí lo sabe todo, ¿qué necesidad
tiene de castigar á sus favoritos, de quien nada tiene que temer? Si es todopoderoso>
¿por qué se inquieta de las vanas conspiraciones que se quieren hacer contra él?
¿Cuál es el hombre bueno que no desea hacer felices á sus semejantes? ¿Por qué
no hace Dios la felicidad de los hombres? Ninguno está satisfecho de su suerte... ¿Qué
responden á todo esto? Los juicios de- Dios son impenetrables. En este caso, ¿con qué