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- Tampoco podía ser el café, pues todos tomaban de

Quién sabe cuántas horas ya habían pasado, y tenía

la misma cafetera. -¡El chico de la heladería!-, ella

suerte si eran horas, siempre estaba la misma luz

ya había notado que él le sonreía de un manera

del foco que colgaba en el techo y de esa manera

extraña y ella siento muy apática ante todo, sólo

no sabía si lo que había transcurrido ya eran días o

tomaba su helado y pagaba la cuenta. –Ojalá no

semanas. Se había olvidado del absurdo hábito que

fuera tan perra, ¡maldito!, pero y ¿eso qué! Tiene

tienen los humanos de comer o defecar.

docenas de clientes, ¿por qué específicamente yo?-.

Ya no sabía si lo que estaba pasando era real o era

Después de darle vueltas sin sentido a todas las

un sueño pero todo parecía verdaderamente

personas que había cruzado ese día se dio cuenta

auténtico.

que su cara se empezaba a deformar de tanto rato
que había pasado observándola, nunca se había
visto a ella misma por un lapso tan largo. Obligada
a verse por tanto tiempo y con más miedo a dejar
los ojos cerrados, notó que su imagen no era la
misma, era tal vez la persona a la que siempre se

Las voces en su cabeza se multiplicaban cada vez
más y más y hablaban mucho más fuerte, si no
moría de otra cosa iba a morir de locura. Y así se
descubrió a sí misma, cuando por fin todo quedó
quieto, se dio cuenta de que la única persona en
que podía desconfiar, era de Ella.

quiso parecer, tenía la cara más delgada, sus ojos
parecían más profundos y veía demasiada maldad
en ellos, su cabello estaba más despeinado y las
cejas denotaban cierto carácter imponente, como si
nadie pudiera contradecirla.
Comenzó a hablar con ella misma, pero no de la
manera en que lo hacen todos, todo el mundo tiene
conversaciones en su mente, pero estas eran
diferentes. La chica dentro de su cabeza tenía el
mando, la castigaba por todo lo que había hecho
mal y le tiraba la culpa, ella sin querer de manera
sumisa le contestaba y pedía perdón.
Ya estaba increíblemente indefensa, asustada y
nerviosa. Ya no le quedaban uñas que morder en
sus manos y su aspecto se había vuelto
completamente desalineado.

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