Revista Ambiente Siglo XXI. N° 21.Enero 2009.pdf


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Volumen 3,



21.

Ambiente

Siglo

¿Cuál es el
verdadero problema?
Quizá por ser el daño que genera mayores pérdidas económicas, el más evaluado ha sido el ocasionado a la agricultur. En Argentina, los principales cultivos afectados por estas especies el
maíz, trigo, sorgo, girasol y avena. Sin embargo,
pese a ser considerado un importante problema,
en muchas zonas afectadas no se cuenta hasta el
momento con evaluaciones precisas que determine un daño real, y debido a esto el daño ha sido
en muchas oportunidades sobreestimado.
Por otro lado, el estatus plaga que posee muchas
especies, ha sido considerado como un justificativo suficiente para permitir la caza y la captura de
aves plagas; y esta fuerte persecución ha llevado
a muchas de estas especies a disminuir sus poblaciones naturales e incluso presentar serios
riesgos de extinción; tal es el ejemplo del loro
barranquero que en las últimas décadas ha disminuido notablemente su zona de distribución en
Argentina. Actualmente existen legislaciones que
fijan cuotas de extracción para la mayoría de las
especies consideradas “plagas”. Pero aduciendo
que la extracción tiende a evitar controles drásticos para las especies en áreas donde son fuertemente perseguidas, no se invierten esfuerzos en
realizar estudios en los cuales se evalué objetivamente las interacciones de las distintas especies
de aves plagas con la agricultura
Por otra parte las medidas de control, tales como
fumigación o envenenamiento, han resultado
nocivas, tanto para las especies plagas como
para otras aves que comparten el hábitat. El uso
de cebos tóxicos, uno de los métodos más común
de combate, resulta ineficiente y carente de selectividad, pudiendo afectar incluso al hombre.

XXI

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La situación
en Argentina.
En nuestro país los primeros esfuerzos por lograr
un plan de manejo integrado de aves plagas, tendiente a reducir o controlar el daño ocasionado, sin
perjudicar las poblaciones naturales de las aves,
han sido realizados por el Dr. Enrique Bucher. En
sus trabajos se expone que tanto el avance de la
agricultura sobre tierras ocupadas por montes y
pastizales como la considerable expansión de cultivos tales como sorgo, maíz, girasol a expensas de
vegetación natural, han creado un paisaje en mosaico, donde se alternan zonas de vegetación natural y agrícolas. Esto resulta muy adecuado para la
mayoría de las especies ya que encuentran sitios de
nidificación y refugio muy próximos a sitios de disponibilidad de alimento abundante.
Pero, ¿cuál es o cuales son las medidas de control
más adecuadas? Un buen plan de manejo debe tener en cuenta no sólo el tipo de cultivo atacado, el
nivel de daño o la época del año, sino también la
biología de la especie que provoca este daño. Las
poblaciones de aves están reguladas por la disponibilidad de alimento, si el alimento se vuelve abundante aumenta la población, pero si se mata una
gran parte de la población, se elimina la competencia entre individuos de una misma especie y la población también aumenta de este modo. Estudios
sobre la ecología de las especies plagas permiten
mejores enfoques de control. Así también una evaluación precisa del daño real sobre los cultivos,
puede establecer objetivamente el estatus de plaga
que muchas de las especies de aves poseen, y de
está manera controlar la venta para el comercio de
mascotas.
No se pretende ignorar las pérdidas económicas
que el daño de las aves puede ocasionar en muchos
cultivos, pero esta situación sólo puede revertirse
de manera efectiva si se realizan estrategia de manejo adecuada, que tienda a disminuir el daño, sin
afectar el estatus de conservación de las especies.

Psitácidos como la cotorra común (Myopsita monachus) o el loro barranquero (Cyanoliseus patagonus) han sido considerados desde siempre enemigos de los principales cultivos agrícolas. Sin
embargo, estudios realizados
acerca del impacto de estas especies sobre la agricultura han demostrado que sólo puede ser considerada plagas en ciertas zonas
puntuales de su distribución, y
que el daño está relacionado con
prácticas agrícolas deficientes
más que con una acción directa
de esta ave. Parcelas de espacio
abierto y baja densidad de plantas, facilitando el descenso de las
aves. Otros datos también han
revelado que es mayor la pérdida
ocasionado por maleza, enfermedades de los cultivos o insectos
plagas que el daño ocasionado
por las aves.
La Avutarda, un ave considerada plaga de maíz y girasol.