Justo Rufino Barrios y el gobierno liberal.pdf


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Conclusiones
En Guatemala, la revolución acaudillada por los Generales Miguel García Granados y
Justo Rufino Barrios en junio de 1871 abatió el régimen conservador en aquella provincia
y causó hondas repercusiones en América Central. El implantación del régimen liberal no
modificó en nada el tipo de cacicazgos en Centro América, pues al as dictadura
conservadoras simplemente sucedieron dictaduras liberales, si bien en un principio se
pretendió la restauración de la nacionalidad, idea que se vio obstaculizada por celos y
rivalidades de los gobernantes. (La unión de Centro América, Tragedia y Esperanza.
Alberto Herrarte. Editorial Ministerio de Educación. 1963. Pag .154.
¿Fue Barrios un dictador? Si se le considera desde el punto de vista liberal, resultaría
contradictorio decir que sí lo fue. Sin embargo, las circunstancias bajo las cuales ejerció el
poder deben ser tomadas en cuenta. Barrios encontró una decidida oposición a sus
reformas liberales en la oligarquía conservadora. El único camino posible para hacer valer
sus ideales libertarios fue un ejercicio decidido de la autoridad, la cual el pueblo se había
conferido. Más que un dictador Barrios fue un ejecutor del poder delegado en él. No dudó
en utilizar la fuerza para aplacar a quieren atentaron contra la libertad y el progreso.
Para García Laguardia: “Las circunstancias históricas del colonialismo español hicieron
necesaria una revolución y un régimen político fuerte que emprendiera las reformas de
gran profundidad que se hacían necesarias.”
Benjamín Constat diferencia el concepto de liberal respecto al concepto de tolerancia al
expresar: “Quien no colocaba la libertad por encima de las demás consideraciones no
puede tenerse por un buen liberal”. En este sentido Barrios fue un intolerante.
Es importante señalar que este fenómeno de intentos fallido de unión, ocurrieron en toda
Latinoamérica. Como escribiría Luís Palacios Bañuelos, en la Historia Universal S, XIX.
“El caudillaje, como gobierno de un jefe militar, hombre fuerte o dirigente local, fue un
fenómeno común acaso todos los estados Latinoamericanos. Aunque era consecuencia
del proceso emancipador, este tiempo de gobierno hundía sus raíces en la tradición de la
sociedad hispanoamericana. Los intentos de implantar un orden nuevo basado en las
libertades y plasmado en las constituciones que eran generalmente copiadas del
extranjero, sin contrastarla con las realidades políticas y sociales, fracasaron. Los
partidarios de este margen de libertades fueron barridos por el personalismo. De esta
forma, la autoridad del Estado, aun sin una configuración geográfica definida, renació en
la persona del caudillo, que, a su vez, constituía un sello de identidad. Así, cincuenta años
después de finalizar la independencia, la mayoría de países, salvo Brasil y Chile estaban
en poder de caudillos.”