Mundo nexo 1.pdf


Vista previa del archivo PDF mundo-nexo-1.pdf


Página 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12

Vista previa de texto


Leyendas de los 9 Reinos: 1ª Leyenda - Libro 1
—Su Divinidad, debéis tener hambre y sed, os llevaré hasta el comedor, la despensa está bien
abastecida de todo tipo de comida. No soy un gran cocinero, pero puedo prepararle algo sencillo. —
Se ofreció amablemente mientras se levantaba.
—La comida sencilla es mi favorita, guíame. — Le respondí.
Lo cierto es que aún no he sentido ganas de comer, pero si he estado tanto tiempo dormida, mi
cuerpo necesitará alimento, aunque no parece que esté en absoluto desmejorada, es más, me palpo
el estómago y creo que he ganado algo de peso. ¿Qué me habrán hecho las moiras?
Mi guardián se viste y me guía a través del jardín y unos largos pasillos, salimos otra vez al
exterior para coger un atajo hasta el comedor y nos encontramos a las tres hermanas sentadas en una
larga mesa rectangular con sus platos y vasos ya puestos. Cuando nos ven se levantan y Láquides
nos indica con la mano que vayamos a acompañarlas.
—Buenos días, bella durmiente, ¿qué tal ese sueño reparador? — Me dijo Láquides mientras
soltaba su habitual risita.
—Supongo que reparada es la palabra más adecuada. — Le respondo, y ella suelta otra vez su
risita, mostrando su satisfacción.
—Por favor, sentaos. — Nos dije Cloto mientras nos señala con la mano derecha nuestros
asientos. — Recién levantada no podrás comer mucho, ni comida pesada, pero te he preparado una
buena comida variada que te dejará satisfecha. — Me dice mientras me sonríe de forma muy afable.
—Sois muy amable, será un placer degustar su comida. — Respondo intentando sonar todo lo
humilde posible.
—¡Ja! Sí, todo un placer, no actúes con nosotras como lo hacías con tus adoradores, muchacha.
— Me increpa Átropos, con su mal humor habitual, que creo que es permanente.
—Ya estamos, ¿de verdad tienes que ser tan arisca siempre? — Le suelta con desdén Láquides.
—No me gusta la falsedad, ya lo sabes, y tampoco perder el tiempo. — Le responde Átropos. —
Así que vayamos al grano, empieza a preguntar, niña. — Me dice acercándome su cara y arqueando
su ceja derecha.
Es entonces cuando me doy cuenta de que no tiene ojos, no me había dado cuenta hasta ahora
por lo tapada que va, y ahora que caigo, tampoco le he visto los ojos a Láquides y Cloto siempre
tiene los ojos cerrados, ¿ninguna tiene ojos?
—Cloto suelta un suspiro. — Siempre tan directa, al menos esperad a que traiga la comida, que
para algo la he hecho.
Cloto entra en la cocina a por la comida, mi guardián la sigue para ayudarla, pero yo creo que lo
hace más para ver si no sirve nada raro que por amabilidad hacia ella. Ambos vienen cargados con
platos de sopa de verduras y agua, después traen lo que parece ser un cochinillo asado, pan, y frutas
variadas. Nada del otro mundo, por lo que veo, aunque lo prefiero así. En cuanto Cloto y mi
guardián se sientan, veo que las miradas de las tres hermanas no enfocan la comida, sino a mí. Están
esperando mis preguntas, así que no las haré derogar. Pero no empezaré por lo que más me importa,
les haré preguntas de todo tipo antes para intentar discernir cuando mienten y cuando no, todos
tienen algún tic o gesto que nos indica cuando miente, mirar levemente abajo, acariciarse las manos,
rascarse una oreja… Si veo que cualquiera de las tres tiene alguna señal de cuando mienten, podré
juzgar bien en las preguntas que realmente importan.
—De acuerdo, primero me gustaría saber dónde estamos. Es obvio que no es el lugar en donde
las encontramos, así que me gustaría saber dónde estamos y cómo llegamos aquí. — Pregunto
sentada recta, con las manos en las rodillas, todo lo educada que puedo ser.
—¡Ja! Gané, así que empiezo yo, sin rencores, ¿eh? — Les dice Átropos a sus hermanas
exultante y orgullosa. Es la primera vez que la veo sonreír.
—Ah, genial, muchas gracias, niña. — Me dice Láquides agitando los bracitos hacia el cielo
claramente disgustada.
Cloto permanece en silencio, solo suelta un suspiro de decepción.

Darío Ordóñez Barba

Page 9