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La unificación del mundo y la división internacional del trabajo

El progreso tecnológico durante el siglo XIX, llevó a un gran desarrollo de los medios de transporte y
comunicación – ferrocarriles, navegación a vapor, telégrafos, teléfonos... – lo que hizo posible un amplio y
rápido crecimiento del comercio mundial.
Este proceso trajo como consecuencia la división internacional del trabajo entre diferentes áreas del
sistema capitalista en expansión: las centrales (industrializadas) y las periféricas (productoras de materias
primas y receptoras de manufacturas e inversiones provenientes de las áreas centrales).
Las áreas centrales, necesitadas de materias primas y alimentos que no existían o que eran insuficientes
en sus propios territorios, debieron buscarlos en regiones hasta entonces marginales, que de esa manera se
incorporaron a la economía mundial. Ejemplos: cobre para la generación y transmisión de electricidad (Chile,
Zambia); caucho para cables, bicicletas y neumáticos de los automóviles (selva amazónica); petróleo como
combustible (Rusia y posteriormente el Cercano Oriente); fibras para la industrial textil: lanas (Australia, Nueva Zelanda, la Patagonia argentina) o algodón (la India, Perú, Egipto).
El aumento de la población y de su capacidad de consumo, abrió un enorme mercado para la exportación
de alimentos tanto de las zonas templadas (cereales y carne de EEUU, Canadá, Australia y el Río de la Plata),
como de las tropicales (café de Brasil; Costa Rica o El Salvador, azúcar cubano, té de Ceilán o bananas
centroamericanas).
Las regiones proveedoras de materias primas y alimentos recibieron inversiones destinadas en primer
lugar a facilitar el acceso de sus productos a los mercados metropolitanos: ferrocarriles, puertos, frigoríficos,
etc. o a las instalaciones de las explotaciones mineras. Al mismo tiempo, se transformaron en consumidoras
de los productos manufacturados de las economías de los países centrales.
Los países industrializados protegieron sus respectivos mercados mediante altos impuestos aduaneros
a la importación. A la vez, exigieron que los países productores de materias primas, no pusieran ninguna traba
al ingreso de las manufacturas y capitales provenientes de las áreas centrales.
En el último cuarto del siglo XIX, las ambiciones de las potencias europeas tomaron impulso y en pocos
años se repartieron la mayor parte del continente africano e importantes zonas del Asia, formando nuevos
imperios coloniales. El dominio político fue posible por la enorme superioridad militar, técnica y económica
de los países centrales.
En cada territorio colonial, la respectiva metrópoli impuso un mercado cautivo. Esto significaba para la
colonia la obligatoriedad de comerciar solamente con su metrópoli, y de recibir solamente las inversiones y
productos de ese origen. Esta situación implicaba una fuerte dependencia, y por consiguiente, la explotación
de la colonia.
La mayoría de los países de América Latina mantuvieron su independencia política, pero estuvieron
sujetos a una fuerte penetración económica de los países centrales, especialmente Inglaterra.
El imperialismo no se limitó a las potencias europeas. Más tardíamente, se hizo muy fuerte la presencia
de los EEUU. Si bien inicialmente realizaron su expansión sobre la base de un territorio1 y un mercado interno
crecientes, hacia fines del siglo XIX intervinieron militarmente en apoyo de sus inversiones en América Central
y el Caribe, ocupando Cuba y Puerto Rico. En el Pacífico, ocuparon Hawaii y se acercaron a las costas
asiáticas. Japón, por su parte, inició su expansión hacia las islas cercanas y la costa oriental del Asia.
Durante el siglo XX, los EEUU – el centro principal del sistema capitalista - han acrecentado, no sin
dificultades, su dominio a nivel mundial.

Las crisis en el sistema capitalista
La economía capitalista no mantiene siempre un estado de equilibrio. Por el contrario, se producen en
ella fluctuaciones llamadas ciclos.
1 El crecimiento territorial de los EEUU se hizo por la ocupación de los territorios indios (la famosa
“conquista del Oeste”) y por la ocupación de parte del territorio que antes pertenecía a México (que perdió casi
la mitad de lo que había recibido al independizarse de España ).
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El crecimiento territorial de los EEUU se hizo por la ocupación de los territorios indios (la famosa “conquista del Oeste”) y por la ocupación
de parte del territorio que antes pertenecía a México (que perdió casi la mitad de lo que había recibido al independizarse de España ).

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