ES TIEMPO DE ELEGIR AL CAPITAN.pdf


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Usá el traje apropiado y el

papel se

representará solo…

Merece destacarse el hecho de que un líder si bien debe poseer una personalidad innata como para poder sostener este rol, debe
desarrollarse en forma paulatina y estará ampliamente condicionado por factores situacionales y el entorno y tiempo que le toca vivir.
La percepción, comprensión y actuación plástica del líder acorde con las diferentes experiencias deportivas, hará que se comporte del
estilo más aproximado a lo esperado. Un entrenamiento de la flexibilidad del líder, favorecería el desarrollo de aquel tipo de
liderazgo más aceptable en los tiempos que corren, ya que cada vez más tendemos a percibir al líder como persona y no como aquel
“super- héroe” que todo lo podía en forma mágica y omnipotente. Tener éxito es tarea de hombres, no de dioses. Quién no desea
ganar?. Todo en la vida suma y se multiplica, aún aquello que se pierde, emerge de otro modo transformado y siempre en beneficio
de la vida. El líder deportivo será aquella persona que dentro de su entorno tenderá a hacer realidad las esperanzas de otros que lo
que desean es que todo finalice de la mejor manera y si es “ganando” mejor todavía.

LA ELECCION ADECUADA DEL CAPITAN
La elección adecuada del capitán es de vital importancia. Muchas veces
se comete el error de fallar en la elección acertada del encargado de
conducir al equipo. Si el capitán carece de la capacidad para
implementar las variantes técnicas y tácticas necesarias para revertir
un resultado adverso todo el potencial de un equipo quedará anulado.
El capitán debe ser un líder, un jugador inteligente, un indiscutido,
un ganador, un estratega, y un ser perceptivo de los problemas de
sus compañeros. Debe jugar en su máximo nivel y durante el
desarrollo del partido ir analizando el juego y motivando a su
equipo. Debe asegurarse de que cada jugador explote sus virtudes
al máximo y cumpla con los requisitos que le exige el puesto. Es
aconsejable que en el último entrenamiento de la semana, durante los
veinte minutos finales, el equipo practique bajo sus órdenes. Con esto
el capitán reafirmará su autoridad ante el equipo y pondrá a prueba
sus cualidades de líder. El mayor error que puede cometer un
entrenador es intentar eclipsar la figura del capitán. Se sabe que una
vez que el equipo entra a la cancha la función del entrenador ha terminado. El objetivo del entrenador es armar un equipo que con la
dirección de su capitán funcione eficientemente.
Una vez que el partido ha comenzado, el capitán toma posesión del control absoluto de su equipo y debe apelar a todo su
conocimiento, liderazgo y criterio táctico para conducir a sus jugadores a la victoria. Un entrenador exaltado gritando desde el touch
no hace otra cosa que acentuar su propio fracaso en la elección del capitán. Al dar indicaciones desde afuera de la cancha el
entrenador está devaluando la autoridad del capitán y sólo logrará generar confusión en sus jugadores. A pesar de que todo equipo
tiene su plan de juego, un buen capitán debe tener la visión y la capacidad de saber cambiar el planteo táctico, en pleno partido. Es el
responsable de que el equipo tenga un equilibrio entre un rígido esquema de juego y la improvisación de los jugadores. En el rugby
moderno el capitán no debe estar demasiado lejos de los forwards porque los partidos se ganan en el frente de batalla. El medio
scrum tiene una ubicación privilegiada para ir evaluando la conveniencia de jugar con los forwards o utilizar los backs. Debe cumplir
la doble función de arengar en algunos pasajes a jugadores abatidos y sin reacción o calmar a algún desaforado que perdió el
control por alguna decisión del réferi. En momentos calientes y de confusión la sola presencia y la autoridad del capitán debe servir
para señalarle al equipo el rumbo a seguir. Es el principal motivador de sus jugadores y esta motivación debe estar orientada hacia
“el hambre por ganar” y no a un fervor exagerado que convierte un ímpetu arrollador en una locura ciega donde se pierde la
capacidad de pensar. Los jugadores no son pilotos kamikazes disputando su última batalla con un boleto de ida. Todo lo contrario,
un equipo entra a la cancha con el objetivo de jugar un rugby pensante. Una fuerza controlada asociada a una técnica depurada da
mejor resultado que un grupo de descerebrados yendo a la carga con una furia suicida. Debe tener una avasallante personalidad
como para poder conducir eficientemente a su equipo, sobre todo, en condiciones adversas. Si no es así puede convertirse en el
encargado de elegir salida o campo, o simplemente, saludar al réferi. La fuerza que otorga el bastón de mando reside en un respeto
mutuo y recíproco entre el capitán y el entrenador y entre el capitán y los jugadores. Especialmente debe haber un reconocimiento

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