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En el Camino Neocatecumenal, sobre todo en el primer escrutinio, pero
también después durante todo el recorrido, el Señor nos ha ido desvelando el sentido
glorioso y salvífico de la Cruz. Pero, ya que una vez acabado el itinerario del
neocatecumenado, según nos han repetido muchas veces nuestros catequistas, nos
esperan antes o después tres nuevos escrutinios: la enfermedad, la vejez y la
muerte, para prepararnos al combate que nos espera dejémonos guiar por el Papa Juan
Pablo II que en su Carta Apostólica "Salvifici Doloris" (SD) subrayará el "valor salvífico
del sufrimiento"2 . Reproduciré sólo algunos pasos que nos ayuden a iluminar el valor
salvífico del sufrimiento.
"La Carta Apostólica Salvifici doloris vio la luz en el contexto del Jubileo
extraordinario por el aniversario de la Redención, celebrado entre los meses de
marzo de 1983 y 1984, el día once de febrero, seis semanas después de la entrevista
que mantuvieron el Santo Padre y Mehmet Ali Agca, el hombre que intentara
asesinarlo el trece de mayo de 1981 en la Plaza de San Pedro en Roma. La reflexión
que esta Carta apostólica abarca es breve en cuanto al espacio, pero honda en lo que
a su mensaje se refiere. El texto encierra una gran profundidad en su exposición
y puede decirse que es más complejo de lo que parece. Está dirigido «a los obispos,
sacerdotes, familias religiosas y fieles de la Iglesia Católica» y versa «sobre el
sentido cristiano del sufrimiento humano».
Desde el principio se ve que sufrimiento va, pues, siempre acompañado de otras dos
palabras, igualmente relacionadas entre sí: "sentido y valor salvífico". El Santo
Padre no pretende desarrollar una teodicea, sino manifestar lo que nos ha sido
revelado en Jesucristo respecto del dolor y el sufrimiento, pues la Redención se ha
realizado de un modo muy concreto, mediante el Misterio Pascual del Señor, que
incluye su sufrimiento. Se trata, pues, de la respuesta de la fe, la cual no es una
interpretación más de entre varias posibles, sino la única plena y definitiva.
Es una confirmación de que es urgente hablar de la valoración que, desde la
Revelación, merece el sufrimiento humano. De manera especial en esta época, hoy
igual que hace veintidós años, en la que tiende a imponerse una falsa concepción de
tipo hedonista la cual, lejos de plenificar y salvar al hombre, lo confunde y
perjudica. De esta perspectiva parte el documento que nos ocupa, situándose en
la línea de la experiencia, lo que mantiene su contenido de entera actualidad; un
mensaje profético en nuestro actuar contexto histórico que ilumina la realidad3.

EL SUFRIMIENTO

Algunos aspectos del problema del sufrimiento
¿Por qué el mal, por qué el dolor, por qué el sufrimiento?
Son estos los interrogantes que el hombre se ha planteado desde los tiempos primitivos,
intentando dar una respuesta. En estos términos habla el Papa Juan Pablo II en el
comienzo de su carta sobre el valor salvífico del sufrimiento:
"El tema del sufrimiento... es un tema universal que acompaña al hombre a lo
largo Y ancho de la geografía. En cierto sentido coexiste con él en el inundo y por ello
hay que volver sobre el constantemente. Aunque San Pablo ha escrito en la carta a
los Romanos que «la creación entera hasta ahora gime y siente dolores de
parto» (Rm 8,22); aunque el hombre conoce bien y tiene presentes los
sufrimientos del mundo animal, sin embargo lo que expresamos con la palabra
«sufrimiento» parece ser particularmente esencial a la naturaleza del
hombre. Ello es tan profundo como el hombre, precisamente porque
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Juan Pablo II, Salvifici Doloris, 1984.

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