EL BEATO PADRE ALFREDO PARTE Y SU PATRIA CHICA.pdf


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EL P. ALFREDO UNIDO A LA COMARCA

Éstas son nuestras razones para pensar así. Sabemos de sus lazos y vínculos de unión con su pueblo.
De las relaciones con sus compañeros escolapios de su alrededor. Visitaba Bezana, Cilleruelo,
Virtus, Las Cabañas, Soncillo... por decir algunos, pues eran pocos los pueblos donde no había algún
escolapio. Es la tierra santa, así conocida entre ellos, o el lago de “Genesaret” por el pantano.
Sus hermanos, sobrinos y familiares viven en distintos pueblos de la zona. En verano aprovechaba
para ir a visitarles. Conoce a más pueblos y más gentes. También caminos, carreteras, sendas y atajos
para llegar a ellos. Al hilo del atajo me evoca la visita que hizo a su hermana Obdulia y a sus tíos que
vivían en Montejo (recuerdo con qué gracia lo contaba su hermana), le acompañaba su madre y al
cruzar por el atajo, atravesando la dehesa, un valle grande de robles del pueblo, tropezó en algún palo
cruzado y se cayó. Su madre se alarmó un poco, por la enfermedad de su fémur quebradizo y al
levantarse, con el mejor humor le contestó: “No te preocupes que Cristo se cayó tres veces”.
Muchos niños y jóvenes de la comarca –todavía es el caso- estudiaron en su colegio de Villacarriedo.
Tengo un feligrés en una parroquia que le conocía personalmente. En más de una ocasión este niño –
hoy tiene ochenta y cinco años- haría valer su condición de proximidad con estas o parecidas
palabras: “Si este escolapio es de cerca de mi pueblo”. Y qué decir de los padres cuando dejaban a
sus hijos, ¿no harían la misma presentación con el que somos paisanos P. Alfredo? Pues claro que sí.
Los vínculos de la tierra rompen barreras, aproximan y ofrecen confianzas. Por algo y para algo sirve
el paisanaje.
¡Qué hermosa esta palabra!, ¡cuánto nos dice y nos ayuda!, cuando sabemos de nuestras necesidades
y limitaciones, encontrar una persona así nos restablece, nos da moral y nos da ganas de luchar. De
seguro, ¡que vaya si lo ejerció! Los que vivimos ahora y desde esta distancia –para él ninguna- le
reiteramos la petición de los niños y de los padres.
Se dice de los santos que son como los árboles de hoja perenne. La conservan siempre. La imagen
quiere decir que son inmortales. Para ello debieron dejar lo que se acaba, lo que termina, como es la
materia que forma nuestro cuerpo para vivir aquí. Ahora liberado de ese barro brilla su identidad
espiritual en plenitud y le hace ser imagen y semejanza de Dios. Al mismo tiempo que le posibilita
salir del tiempo y del lugar para estar junto a Dios y por el mismo precio junto a nosotros.
A su presencia de protección y ayuda le llamamos intercesión, abogacía, mediación. La palabra
paisanaje tan sencilla e inteligible nos acerca un poco más a él para expresar que esos lazos de unión
que arrancaron desde aquí se prolongan desde allí.
Beato, P. Alfredo, también nosotros por asunción queremos tener parte de aquél paisanaje que tú
empezaste desde aquí. Que extiendas tu mano. Que envíes tu luz. Que suplas lo que nos falta para
que Tú seas:
NUESTRO EJEMPLO
NUESTRA AYUDA
NUESTRO DESTINO
EN DEFINITIVA, QUE TÚ SEAS NUESTRA ESPERANZA

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