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EL MANIFIESTO DE LOS PLEBEYOS1
Graco Babeuf a Fouché de Nantes
París, 17 Brumario, año 4 de la República,
Ciudadano:
“Lejos de los defensores del pueblo, lejos del pueblo mismo, esta diplomacia, esta pretendida
prudencia maquiavélica, esta política hipócrita que no es buena más que para los tiranos, y que en
estos últimos tiempos emplean los patriotas, les ha hecho perder los frutos más bellos de la victoria
del 13 Vendimiario. Reflexiones, fundadas sobre todos los ejemplos, me han dado la convicción, de
que, en un estado popular, la verdad debe aparecer siempre clara y desnuda. Siempre hay que
decirla, hacerla pública, hacer al pueblo entero confidente de cuanto concierne a sus intereses más
importantes. Las circunspecciones, los disimulos, los apartes, entre las camarillas de hombres
selectos y pretendidos reguladores, no sirven más que para matar la energía, falsificar la opinión,
hacerla fluctuante, incierta, y, de ahí, despreocupada y servil, y dar así facilidades a la tiranía que
puede organizarse sin obstáculos. Eternamente convencido de que nada grande se puede hacer sin
contar con el pueblo, creo que es necesario, para hacerlo, decirle todo, mostrarle sin cesar lo que
hay que hacer, y temer menos los inconvenientes de la publicidad de que disfruta la política, y
contar más con las ventajas de la fuerza colosal que evita las trampas de la política... Hay que
calcular toda la fuerza que se pierde dejando a la opinión en la apatía, sin alimento y sin objetivo, y
todo lo que se gana activándola, esclareciéndola y mostrándole un objetivo.”
Creo que es mi deber referirte estos argumentos, ciudadano, porque eres tú la causa de todo este
alboroto que se hace contra mí y mi pobre número 34. Son tus portavoces los que ayer noche
acudieron a los lugares en donde se reúnen los patriotas para dar la alarma contra esta producción.
Te los refiero, estos argumentos, porque tengo todavía la vanidad de creer que valen tanto como
aquellos que tú quisieras hacer prevalecer sobre mi gran principio; que, en estos momentos de
terrible extremidad, la política, para aquel que no piensa más que en el bien del pueblo, es
soberanamente impolítica.
Acaso no te convertiré. No tengo esta pretensión. Pero tú no deberías tener, tampoco, la de
condenarme, o, lo que es casi lo mismo, de provocar sobre mí las maldiciones de mis hermanos,
cuando ves que no me puedes someter a tu creencia. Tú no debes juzgarte infalible, como yo
tampoco sostengo serlo. Debes contar tanto menos con tus medios habituales; es decir, con el
artificio y la astucia que estimas indispensables para hacer triunfar la justicia sobre la iniquidad.
Debes, digo, tanto menos contar con estos medios cuanto que, aun aceptando aquello de que te
vanaglorias, que has intrigado constantemente desde hace quince meses por la democracia, la más
desgraciada experiencia prueba que no has logrado ningún éxito. Luego es probable que tu camino
no sea el bueno. Luego no debes tomar a mal que yo busque otro totalmente diferente. Luego no
debes pretender imperativamente dictarme la lección ni tener el derecho de despreciarme por todas
partes si me niego a someterme.
Demasiado se ha dicho durante cierto tiempo que tú eres mi mentor; soy demasiado orgulloso para
soportar, siquiera, que semejante idea pueda llegar a la opinión. Si has pensado poder realizar lo que
en otro tiempo no fue más que una falaz suposición de los enemigos del pueblo, te han equivocado.
Recibiré tantos consejos como quieran darme; pero no quiero que degeneren en lecciones de
catecismo. ¿Sabes que a eso se parecía nuestra conferencia de dos o tres horas del 14 Brumario?
Tómate la molestia de recordar cómo desempeñaste el papel de maestro y cómo me colocastes en el
de alumno. ¡Mi amor propio sufrió de semejante situación!...
1“El Manifiesto de los Plebeyos" apareció en el númemero 35 de El Tribuno del Pueblo, del 9 Frimario, año IV (30 de
noviembre de 1795), páginas 79-107. En el sumario de dicho número presentó Babeuf el "Manifiesto" como "Compendio del Gran
Manifiesto para proclamar y restablecer la Igualdad de hecho. Necesidad para todos los franceses privilegiados de retirarse al MonteSacro o de la formación de una Vandea Plebea”.
El “Manifiesto” apareció precedido de una carta dirigida al antiguo terrorista Fouché y de una serie de réplicas a 1as críticas
hechas al número 34 de EL Tribuno del Pueblo por Charles Duval y Jacquin, redactores respectivamente del Jourial des Hommes
libres y del Journal du matin de la République française, así como por otros periódicos de la época. (N. del Ed.)