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En el caso del gas y crudo de lutitas, los retos técnicos y de capacidad de ejecución son
significativamente mayores que los que se enfrentan en yacimientos convencionales, ya
que la productividad por pozo es mucho menor, los costos son considerablemente
mayores y su producción requiere una mayor capacidad de ejecución.
México aún está por detonar su potencial en yacimientos de este tipo y por aprovechar
sus beneficios. Si se toma como referencia a nuestro mayor socio comercial, en 2012 se
otorgaron 9,100 permisos de perforación a 170 empresas en los Estados Unidos de
América en yacimientos de petróleo y gas de lutitas, mientras que en México se perforaron
sólo 3. Asimismo, la producción de gas de lutitas ha aumentado ocho veces en Estados
Unidos desde el año 2000; en la actualidad representa cerca del 40% de la producción
de gas natural en dicho país.
Por otro lado, la exploración y extracción de hidrocarburos en aguas profundas (tirante de
agua mayor a 500 metros), implica un riesgo significativamente mayor al enfrentado en
aguas someras (tirante de agua menor a 500 metros) o en tierra. Adicionalmente, los
costos de perforación en aguas profundas son aproximadamente 10 veces mayores a las
correspondientes en aguas someras y 100 veces mayores a los de yacimientos terrestres,
con probabilidades de éxito relativamente bajas.
Otra manera de dimensionar el reto de capacidad de ejecución en aguas profundas, es
comparar la actividad que se está realizando en la parte del Golfo de México que
corresponde a los Estados Unidos, con la actividad llevada a cabo por Petróleos
Mexicanos en nuestras aguas territoriales. En Estados Unidos, en 2012 se perforaron 137
pozos con profundidades superiores a 500 metros, mientras que en México esta cifra
apenas ascendió a 6. También es importante hacer notar que en Estados Unidos
participan más de 70 empresas en estas actividades, mientras que en México el riesgo y
la responsabilidad recae sólo en una.
Si consideramos solamente pozos ultra profundos de más de 1,500 metros, los cuales
corresponden más al perfil de nuestras aguas territoriales, encontramos que México
apenas comenzó actividades de perforación en 2010. Desde entonces se han perforado
anualmente 52 pozos en aguas ultra profundas en Estados Unidos, contra sólo 5 en
México.
Por otro lado, los trabajos en aguas profundas requieren del conocimiento para
desarrollar, administrar y operar las nuevas tecnologías que se emplean en este tipo de
yacimientos. Para dimensionar el tamaño del reto tecnológico, cabe resaltar que las
técnicas utilizadas en este tipo de operaciones sólo son comparables a las empleadas en
la aeronáutica espacial, debido a las condiciones extremas que se enfrentan en términos
de presión, temperatura, corrientes marinas y eventos meteorológicos en la superficie.
Ante las grandes inversiones requeridas, el alto riesgo de que la producción no sea
comercialmente atractiva y la necesidad de un desarrollo tecnológico de alta especialidad,
la práctica internacional más extendida es que las empresas realicen operaciones en
aguas profundas con esfuerzos compartidos, por lo que debería dársele a Petróleos
Mexicanos la oportunidad de actuar en igualdad de condiciones que otros operadores
petroleros en el mundo. También es conveniente darle al país la oportunidad de contratar
a otros operadores petroleros para campos convencionales y no convencionales, con el
objeto de que la extracción de nuestros recursos pueda darse en las mejores condiciones
para el país.

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