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Eh cumplido 21 años y me eh conseguido una novia hermosa, eh dejado de pensar en la muerte como
una amiga o una compañera, ni siquiera una constante en mi vida. Aun cuando la vi llevarse a mi
hermano y a aquel niño inútil en mis días de secundaria, aun cuando me sentía con el poder de invocarla
cuando a mí me placiera, no le hable a nadie de ello, no porque me importara que me vieran como un
loco, que es precisamente lo que hubiera pasado, sino porque no le vi importancia, reprimí y guarde
esos recuerdos en lo más recóndito de mi memoria.
Todo hasta el día del accidente.
Estoy con mi chica paseando por las calles de la ciudad, tomados de la mano, tan enamorados como
cualquier joven de 21 años puede estarlo. Me sonríe y bromeamos, es perfecta y pareciera que nuestra
relación es la mejor que puede existir.
Todo pasa por un momento, un sentimiento de deja vu me golpea, me siento igual que en el accidente
donde murió mi hermano, confundido, golpeado, aturdido, gente gritando y no puedo moverme, mi
novia, solo quiero saber dónde está mi novia. Los gritos de la gente me hacen imposible concentrarme y
solo quiero que se callen, ¡RUEGO QUE SE CALLEN!
La oscuridad ha vuelto. Parada frente a mi esta ella, del mismo modo que siempre, observándome, el
frio quema mis huesos y en mi desesperación no encuentro manera de tranquilizarme, no estoy
tranquilo, ha llegado mi hora, viene por mí.
Pienso en todas las veces que vi morir algo o alguien frente a mis ojos y como siempre me aferre a la
idea de que nada ni nadie es eterno y, aun así, en este momento no me quiero ir, no aun, alzo la mirada
para suplicarle que me permita quedarme un poco más, que necesito más tiempo para apreciar la vida
tal como es. Cuando sucede. Ahí está ella y al momento de alzar mi mirada se me hiela la sangre y me
quedo shock, parada a su lado, bajo el manto verde vivaz, rodeada de oscuridad, azul y tiesa con los ojos
incoloros, esta mi novia, muerta, sin vida, como mi hermano, como las mascotas que perdí, como me
imaginé al gordo insignificante de la secundaria.
-

¡NO! – Le grito

Se repite la escena de mis 6 años, su imponencia no me permite moverme y noto como se burla una vez
más de mí, pero no soy aquel débil y llorón niño de hace quince años, junto todas mis fuerzas y voy
contra todo pronóstico o instinto que da mi mente, la empujo con una mano, la rechazo, tomo en mis
brazos a mi novia antes de que caiga al suelo y volteo hacia el ente, su expresión no ha cambiado, pero
en la inexistencia de sus ojos veo furia y rabia. Siento como mi aliento se desvanece, me falta el aire y mi
corazón se acelera, no quiero estar aquí, me aferro fuertemente a mi novia y solo le pido que despierte.
Una vez más abro mis ojos y estoy en el suelo, rodeado de gente, por sus miradas pareciera que vieron
un fantasma, yo los veo con confusión y después bajo la mirada a mi novia en mis brazos, ella despierta
poco a poco y me acaricia la mejilla. Era yo quien iba a morir, mi novia me empujo fuera del camino de
un camión y este la golpeo en mi lugar; prefirió morir antes de llevar mi sangre en sus manos. La abrazo
con fuerza, y desde ese día prometo que no habrá nadie ni nada que me aparte de ella, hemos burlado a
la muerte, y bajo el sol de verano le juro amor eterno, que no habrá nada en el mundo que me separe
de ella.
Hoy tengo 27 años, mi dieta consiste en cigarrillos rojos sin filtro y un vaso de whiskey cada hora si
puedo, hasta que el alcohol me noquea. Eh dejado mi trabajo y me dedicado a viajar por el mundo, en

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