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Aceites y grasas:
Es transcendental diferenciar al aceite
vegetal del resto, pues este es una fuente importante de vitamina E y grasas que
son necesarias para el buen funcionamiento del organismo, por lo que es preciso incluirlo en la alimentación diaria,
en cantidad moderada y sin someterlo a
cocción (no freírlo). Otro tipo de grasas
como la manteca, margarina, mayonesa y
crema, podrían incluirse en forma esporádica y en poca cantidad; al igual que los
aperitivos salados tipo papas fritas, etc.
Consejos:
• Respecto a los aperitivos debemos controlar la cantidad
ingerida, por ejemplo, sirviéndole al niño una porción individual en un bol pequeño o platillo (o enseñándole a que lo
haga por sí mismo, si es mayor).

Azucares:
Dentro de esta denominación se engloban una amplia variedad de productos:
caramelos y chicles, golosinas tipo alfajor, chocolate, gaseosas y jugos concentrados, amasados de
pastelería, azúcar de mesa y mermelada.
Todos estos subgrupos sólo aportan energía concentrada, no son fuente de ningún otro nutriente;
además son el alimento preferido de las bacterias
que producen las caries.
Consejos:
• Si bien no hay que prohibirlos, es recomendable que se consuman
esporádicamente y en una cantidad moderada. El mayor problema surge con las gaseosas y los caramelos que además de proveer calorías
“vacías” (que no alimentan), es muy difícil controlar la cantidad en que
son ingeridos.
• En relación al azúcar, si su ingesta es moderada (por ejemplo, solo
para endulzar infusiones, con no más de tres cucharaditas) y dentro del
contexto de una alimentación balanceada (como la propuesta en este
artículo), no sería necesario su reemplazo por edulcorantes artificiales.