MENSAJE DEL PAPA PARA LA CUARESMA DE 2014.pdf


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de la humanidad. En los pobres y en los últimos vemos el rostro de Cristo;
amando y ayudando a los pobres amamos y servimos a Cristo. Nuestros
esfuerzos se orientan asimismo a encontrar el modo de que cesen en el
mundo las violaciones de la dignidad humana, las discriminaciones y los
abusos, que, en tantos casos, son el origen de la miseria. Cuando el poder,
el lujo y el dinero se convierten en ídolos, se anteponen a la exigencia de
una distribución justa de las riquezas. Por tanto, es necesario que las
conciencias se conviertan a la justicia, a la igualdad, a la sobriedad y al
compartir.
No es menos preocupante la miseria moral, que consiste en convertirse en
esclavos del vicio y del pecado. ¡Cuántas familias viven angustiadas porque
alguno de sus miembros —a menudo joven— tiene dependencia del
alcohol, las drogas, el juego o la pornografía! ¡Cuántas personas han
perdido el sentido de la vida, están privadas de perspectivas para el futuro y
han perdido la esperanza! Y cuántas personas se ven obligadas a vivir esta
miseria por condiciones sociales injustas, por falta de un trabajo, lo cual les
priva de la dignidad que da llevar el pan a casa, por falta de igualdad
respecto de los derechos a la educación y la salud. En estos casos la
miseria moral bien podría llamarse casi suicidio incipiente. Esta forma de
miseria, que también es causa de ruina económica, siempre va unida a la
miseria espiritual, que nos golpea cuando nos alejamos de Dios y
rechazamos su amor. Si consideramos que no necesitamos a Dios, que en
Cristo nos tiende la mano, porque pensamos que nos bastamos a nosotros
mismos, nos encaminamos por un camino de fracaso. Dios es el único que
verdaderamente salva y libera.
El Evangelio es el verdadero antídoto contra la miseria espiritual: en cada
ambiente el cristiano está llamado a llevar el anuncio liberador de que existe
el perdón del mal cometido, que Dios es más grande que nuestro pecado y
nos ama gratuitamente, siempre, y que estamos hechos para la comunión y
para la vida eterna. ¡El Señor nos invita a anunciar con gozo este mensaje
de misericordia y de esperanza! Es hermoso experimentar la alegría de
extender esta buena nueva, de compartir el tesoro que se nos ha confiado,
para consolar los corazones afligidos y dar esperanza a tantos hermanos y
hermanas sumidos en el vacío. Se trata de seguir e imitar a Jesús, que fue
en busca de los pobres y los pecadores como el pastor con la oveja perdida,
y lo hizo lleno de amor. Unidos a Él, podemos abrir con valentía nuevos
caminos de evangelización y promoción humana.
Queridos hermanos y hermanas, que este tiempo de Cuaresma encuentre a
toda la Iglesia dispuesta y solícita a la hora de testimoniar a cuantos viven
en la miseria material, moral y espiritual el mensaje evangélico, que se
resume en el anuncio del amor del Padre misericordioso, listo para abrazar
en Cristo a cada persona. Podremos hacerlo en la medida en que nos
conformemos a Cristo, que se hizo pobre y nos enriqueció con su pobreza.

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