EXHORTACIÓN APOSTÓLICA FAMILIARIS CONSORTIO.pdf


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9. A la injusticia originada por el pecado —que ha penetrado profundamente
también en las estructuras del mundo de hoy— y que con frecuencia pone
obstáculos a la familia en la plena realización de sí misma y de sus derechos
fundamentales, debemos oponernos todos con una conversión de la mente y del
corazón, siguiendo a Cristo Crucificado en la renuncia al propio egoísmo:
semejante conversión no podrá dejar de ejercer una influencia beneficiosa y
renovadora incluso en las estructuras de la sociedad.
Se pide una conversión continua, permanente, que, aunque exija el alejamiento
interior de todo mal y la adhesión al bien en su plenitud, se actúa sin embargo
concretamente con pasos que conducen cada vez más lejos. Se desarrolla así un
proceso dinámico, que avanza gradualmente con la progresiva integración de los
dones de Dios y de las exigencias de su amor definitivo y absoluto en toda la
vida personal y social del hombre. Por esto es necesario un camino pedagógico
de crecimiento con el fin de que los fieles, las familias y los pueblos, es más, la
misma civilización, partiendo de lo que han recibido ya del misterio de Cristo,
sean conducidos pacientemente más allá hasta llegar a un conocimiento más rico
y a una integración más plena de este misterio en su vida.
Inculturación
10. Está en conformidad con la tradición constante de la Iglesia el aceptar de las
culturas de los pueblos, todo aquello que está en condiciones de expresar mejor
las inagotables riquezas de Cristo​[18]​. Sólo con el concurso de todas las
culturas, tales riquezas podrán manifestarse cada vez más claramente y la
Iglesia podrá caminar hacia un conocimiento cada día más completo y profundo
de la verdad, que le ha sido dada ya enteramente por su Señor.
Teniendo presente el doble principio de la compatibilidad con el Evangelio de las
varias culturas a asumir y de la comunión con la Iglesia Universal se deberá
proseguir en el estudio, en especial por parte de las Conferencias Episcopales y
de los Dicasterios competentes de la Curia Romana, y en el empeño pastoral
para que esta «inculturación» de la fe cristiana se lleve a cabo cada vez más
ampliamente, también en el ámbito del matrimonio y de la familia.
Es mediante la «inculturación» como se camina hacia la reconstitución plena de
la alianza con la Sabiduría de Dios que es Cristo mismo. La Iglesia entera
quedará enriquecida también por aquellas culturas que, aun privadas de
tecnología, abundan en sabiduría humana y están vivificadas por profundos
valores morales.
Para que sea clara la meta y, consiguientemente, quede indicado con seguridad
el camino, el Sínodo justamente ha considerado a fondo en primer lugar el
proyecto original de Dios acerca del matrimonio y de la familia: ha querido
«volver al principio», siguiendo las enseñanzas de Cristo​[19]​.
SEGUNDA PARTE
EL DESIGNIO DE DIOS
SOBRE EL MATRIMONIO
Y LA FAMILIA
El hombre imagen de Dios Amor
11. Dios ha creado al hombre a su imagen y semejanza​[20]​: llamándolo a la
existencia ​por amor,​ lo ha llamado al mismo tiempo ​al amor.​