Poemas

Tomás Varela Duarte

Escrito e ilustrado por Tomás Varela Duarte
Editado por Tomás Varela Duarte en Madrid, en
Febrero de 2017
Para comentarios, preguntas o cualquier cosa
podéis contactar conmigo por email:
tomas.varela@gmail.com

Me resulta difícil publicar esta colección.
Siento que dejo un trocito de mi en cada
verso, y me resulta un poco violento
perder el control de estos versos, de estos
trocitos de mi y dejarlos viajar a la deriva
por el mundo. Antes de esto yo tenía
estos poemas en mi cuaderno y yo era el
único que podía decidir quien los leería y
quien no.
Ahora te cedo ese poder, ahora puedes
leer estos versos mil veces, y
compartirlos con quien tu quieras. De
alguna manera, he liberado a mis versos.
Me he liberado.
Espero que disfrutes de estos trocitos de
mi, de esta pequeña colección de ideas,
pensares y sentimientos de los que ahora,
en cierto sentido eres también dueño.
Tomás Varela Duarte

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I
Palpando, con una mano
el cielo amargo
que ahí siempre ha estado.
No ha cambiado el cielo,
Solo mi estado,
mi forma de mirarlo,
mi forma de palparlo.
Se forma una nueva nube en mí
y suelta unas gotas que atraviesan mi
yo
y penetran en el hondo suelo,
que ya es lo único
que nos sujeta.

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III
Un negro manto envolvía
al hombre que sujetaba
con sogas lo que quería.
Sogas que no servían,
en absoluto agarraban nada,
más aumentaban el miedo
a perder lo que más ansiaba.
Cuanto más fuerte apretaba,
el miedo, en su pensamiento
más se centraba.
De tan concentrado en el miedo
olvidó lo que tanto amaba
y se encontró con enorme nudo
que solo a sí mismo ataba.

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VI
Escuchar.
Que difícil es,
cuando nos dicen la verdad.
Acostumbrados
a dar la espalda al dolor
cerramos el pecho
y el corazón se oxida
y el cerebro maleable
toma el control de los actos
y ya nos hemos perdido.
Pero podemos volver…

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VII
Tengo miedo de ser odiado,
de que se transforme el presente en
pasado,
de amar, de ser amado.
Y el miedo es la soga, la corbata,
la lucha contra la propia vida
que dicta las idas y venidas.
Una flor fácil se mata
al separarla de su prado,
que por las sendas del tiempo camina
contra tu voluntad
ajena.

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VIII
El miedo te domina
si te dejas ser dominado.
Ser valiente es fácil,
solo hay que dejar que la vida
camine, como ha caminado.
Dura, inclemente y frágil.

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IX
Mi reloj es un grillete
que me ata al mundo donde el tiempo
es un latido monótono y perfecto.
Mi corazón es un garrote
que golpea mi cuerpo y lo mueve por
dentro
para el que no existe simetría ni
centro.
Y mi cerebro es un lingote
que con su peso aplasta mi corazón de
fieltro
y funde mi reloj con mi cuerpo.

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X
La llanura
dorada, eterna.
De pronto una montaña
inmensa, eterna.
De pronto una llamada,
un amigo.
El tiempo, que pierde el sentido

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