Feminismo y marxismo, un matrimonio mal avenido.pdf


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PAPERS DE LA FUNDACIÓ/88

Del mismo modo que Engels ve en la propiedad privada la contribución capitalista a la
opresión de la mujer, Zaretsky la ve en la esfera privada. La mujer está oprimida
porque trabaja en el hogar de forma privada. Zaretsky y Engels idealizan la familia y la
comunidad preindustrial, donde hombres, mujeres, adultos y niños trabajan juntos en
una empresa centrada en la familia y participaban todos en la vida comunitaria. El
socialismo humano de Zaretsky reunirá a la familia y recreará este “taller feliz”.
Si bien afirmamos que el socialismo interesa al hombre y a la mujer, no está del todo
claro que todos estemos luchando por el mismo tipo de “socialismo humano”, o que
tengamos la misma concepción de la lucha requerida para llegar a él, y mucho menos
que el capital sea el único responsable de nuestra actual opresión. Mientras que
Zaretsky piensa que la mujer parece trabajar para el hombre, pero en realidad trabaja
para el capital, nosotras pensamos que la mujer trabaja en la familia realmente para el
hombre, aunque evidentemente reproduce también el capitalismo. Una nueva
conceptualización de la “producción” puede ayudarnos a reflexionar sobre el tipo de
sociedad que deseamos crear, pero de aquí a su creación la lucha entre el hombre y
la mujer tendrá que continuar junto con la lucha contra el capital.
Las feministas marxistas que han examinado el trabajo doméstico también han
subsumido la lucha feminista en la lucha contra el capital. El análisis teórico de
Mariarosa Dalla Costa acerca del trabajo doméstico parte de la relación del trabajo
doméstico con el capital y del lugar del trabajo doméstico en la sociedad capitalista, y
no de las relaciones entre el hombre y la mujer, tal como se dan en el trabajo
doméstico7. Sin embargo, la postura política de Dalla Costa de que la mujer debería
exigir un salario por el trabajo doméstico ha despertado una mayor conciencia de la
importancia del trabajo doméstico entre las mujeres del movimiento feminista. Los
grupos de mujeres de todos los Estados Unidos debatieron y siguen debatiendo la
necesidad de esta reivindicación8. Al pretender que la mujer en el hogar no sólo
proporciona servicios esenciales al capital reproduciendo la fuerza de trabajo, sino
que también crea plusvalor a través de este trabajo9, Dalla Costa despertó también en
la izquierda una mayor conciencia de la importancia del trabajo doméstico, y dio lugar
a un largo debate sobre la relación entre el trabajo doméstico y el capital10.
Dalla Costa utiliza la concepción feminista del trabajo doméstico como un trabajo real
para reivindicar su legitimidad bajo el capitalismo, afirmando que debería ser un
trabajo asalariado. La mujer debería reivindicar un salario por el trabajo doméstico, en
lugar de dejarse incorporar al trabajo tradicional, donde, al hacer una “doble jornada”,
la mujer seguiría suministrando trabajo doméstico al capital gratuitamente al mismo
tiempo que trabajo asalariado. Dalla Costa sugiere que las mujeres que recibieran un
salario por el trabajo doméstico serían capaces de organizar este trabajo doméstico
colectivamente, atendiendo de forma comunitaria al cuidado de los niños, la
preparación de la comida, etcétera. Si reivindicara un salario y lo obtuviera, la mujer
tendría mayor conciencia de la importancia de su trabajo, vería su significación social,
así como su necesidad privada, primer paso obligado hacia un cambio social más
amplio.

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