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Un poco de Historia...
La palabra “hormigón”
tiene su origen en el
parecido a un bizcocho preparado con
almendras,
harina,
leche y huevos. Las
almendras
estaban
enteras y recordaban
a los áridos gruesos
incluidos en el mortero.
Este bizcocho tenía el nombre de “formigò” del cual
ha derivado el vocablo hormigón. Los vocablos francés
“béton” y el alemán “beton” derivan del latín “bitumen/
bituminis” que significa “lodo que se iba espesando”.
El vocablo inglés “concrete” también deriva del latín
teniendo el significado de denso, compacto.
El vocablo “clinker” da nombre al producto intermedio
en la fabricación del cemento, principal componente
de este último.
Se trata del producto obtenido por calcinación a
1.500ºC de una mezcla de caliza y arcilla. Este producto producía al deslizarse por los hornos rotatorios
un ruido “clink, clink,...” del que toma el nombre onomatopéyico de “clinker”. La palabra “mortero” viene
del vocablo romano “mortarium” que significa sartén
para mortero, dónde se preparaba por percusión el
antiguo mortero romano.
No se tiene certeza quien descubrió o utilizó por primera vez el hormigón. Es probable que al mismo tiempo
que el hombre dominó el fuego también descubrió el
concepto de hormigón. Uno puede imaginar al hombre
primitivo junto a sufogón, ubicado en una cavidad, en
la cual existen piedras calcáreas, yeso y arcilla. La alta
temperatura logra carbonatar la piedra, que se transforma en polvo. Luego al caer un poco de llovizna, el
polvo y las piedras se convierten en una masa sólidamente unida.
Hallazgos contemporáneos en Lepensky, junto al Danubio, permiten afirmar que durante la edad de piedra, hace 7.500 años, los habitantes construían el suelo de sus viviendas uniendo tierra caliza, arena, grava
y agua. Esta mezcla puede ser considerada como un
hormigón rudimentario

El teatro de Pompeya (55 años a.C.), se edificó con
este material. Posteriormente se utilizó en la construcción de los baños públicos de Roma, el coliseo y
la basílica de Constantino. La prolongada duración de
estos edificios nos hace concluir que los constructores romanos utilizaban una dosificación perfectamente

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