laultimapregunta.pdf


Vista previa del archivo PDF laultimapregunta.pdf


Página 1...4 5 67816

Vista previa de texto


padre las únicas computadoras eran unas enormes máquinas que ocupaban un
espacio de ciento cincuenta kilómetros cuadrados. Sólo había una por planeta. Se
llamaban ACs Planetarias. Durante mil años habían crecido constantemente en
tamaño y luego, de pronto, llegó el refinamiento. En lugar de transistores hubo
válvulas moleculares, de manera que hasta la AC Planetaria más grande podía
colocarse en una nave espacial y ocupar sólo la mitad del espacio disponible.
Jerrodd se sentía eufórico siempre que pensaba que su propia Microvac personal
era muchísimo más compleja que la antigua y primitiva Multivac que por primera
vez había domado al Sol, y casi tan complicada como una AC Planetaria de la
Tierra (la más grande) que por primera vez resolvió el problema del viaje
hiperespacial e hizo posibles los viajes a las estrellas. - Tantas estrellas, tantos
planetas -suspiró Jerrodine, inmersa en sus propios pensamientos-. Supongo que
las familias seguirán emigrando siempre a nuevos planetas, tal como lo hacemos
nosotros ahora.
- No siempre -respondió Jerrodd, con una sonrisa-. Todo esto terminará algún día,
pero no antes de que pasen billones de años. Muchos billones. Hasta las estrellas
se extinguen, ¿sabes? Tendrá que aumentar la entropía.
- ¿Qué es la entropía, papá? -preguntó Jerrodette II con voz aguda.
- Entropía, querida, es sólo una palabra que significa la cantidad de desgaste del
universo. Todo se desgasta, como sabrás, por ejemplo tu pequeño robot walkietalkie, ¿recuerdas?
- ¿No puedes ponerle una nueva unidad de energía, como a mi robot?
- Las estrellas son unidades de energía, querida. Una vez que se extinguen, ya no
hay más unidades de energía.
Jerrodette I lanzó un chillido de inmediato.
- No las dejes, papá. No permitas que las estrellas se extingan.
- Mira lo que has hecho -susurró Jerrodine, exasperada. - ¿Cómo podía saber que
iba a asustarla? -respondió Jerrodd también en un susurro.
- Pregúntale a la Microvac -gimió Jerrodette I-. Pregúntale cómo volver a encender
las estrellas.
- Vamos -dijo Jerrodine-. Con eso se tranquilizarán. -(Jerrodette II ya se estaba
echando a llorar, también).
Jerrodd se encogió de hombros.

6