REFLEXIONES la casa hacienda ANGOSTURA.pdf


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…UN MUDO TESTIGO…
Si las viejas paredes de este recinto hablaran, seguramente nos contarían las historias
de sus numerosos dueños; el patio de esta casa, así como los grandes salones vieron
pasar a más de un visitante. Cuentan los historiadores que incluso el famoso trío Los
Panchos, fue el anfitrión de una de las tantas fiestas que solía darse en la casona. Hoy
en día, este lugar deja ver en sus muros el paso de los años, pero a pesar de esto
sigue siendo un mudo testigo de sus eventuales inquilinos, pobladores del lugar que
festejan en sus ambientes alguna fiesta patronal, curiosos que entran en sus salones
esperando encontrar algún fantasma del pasado o quizá solo una historia que contar,
algunas veces la capilla del lugar es cómplice mudo de alguna plegaria o algún llanto
que se topa con el piso de la madera desgastada.
Atrás quedaron las grandes fiestas que se daban en este lugar, ya no vienen más
viajeros a caballo a reposar en las habitaciones finamente alfombradas y forradas con
papel tapiz traído del extranjero, ahora las paredes se van quedando desnudas dejando
ver su corazón de barro. Lejos en el tiempo se encuentran los lujos que rodearon a los
habitantes de esta casona, de aquellos finísimos acabados en los cuartos de baño no
queda ni el más mínimo recuerdo.

…DUEÑOS, SUCESIONES Y DECICIONES…
Históricamente este monumento tiene sus cimientos en la época incaica, ya que se han
descubierto evidencias de la canalización de tramos del río que se encuentra en sus
cercanías. Posiblemente se ubicaba el Ceque llamado GUAYRA. Más tarde, en la
época colonial, la propiedad habría pasado al poder del Almirante Francisco Alderete
Maldonado, seguido por El Conde
De La Laguna, quien fue propietario
de la hacienda durante la segunda
mitad del siglo XVII hasta la
segunda

mitad

del

siglo

XVIII

(1743). Años después fue adquirida
en un remate de bienes por la
Orden

de

San

Agustín

quien

posteriormente vendió la hacienda.

En esta foto, realizada por encargo de los, Chambi pone a los hacendados junto
a los jefes militares y eclesiásticos, pero debajo, en primer plano, sitúa a los
indígenas, al pueblo a que él se debe.