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el principado fue abolido. Véase Gonzalo ARGOTE DE
MOLINA, Nobleza del Andalucía (Sevilla, 1588), lib. II,
cap. 248.
7) Antonio HERRERA GARCÍA, “La donación del
señorío de Aracena al Conde-Duque de Olivares”,
en Actas de las XI Jornadas de Andalucía y América
(Universidad de Santa María de la Rábida, Huelva,
1992, vol. 2), p. 69: Se le habría de conceder una copa
de oro anual el día en que se conmemorara la victoria
obtenida ese año; el oficio de Tesorero General de
la Corona de Aragón, doce mil ducados anuales de
renta en los maestrajes de plata de las Indias; el título
de Regidor perpetuo de las ciudades y villas con voto
en cortes, la alcaidía del castillo de Fuenterrabía... y
mil vasallos en el lugar que eligiese de Andalucía: el
Conde Duque escogió la villa de Aracena.
8) Francisco J. PÉREZ-EMBID, Aracena y su Sierra
(Huelva, Diputación Provincial de Huelva, 1995), p.
266.
9) El Conde de Altamira confundió, no se sabe si por
error o con “sana” intención, la descripción de Priorato,
“que es el distrito o territorio en que tiene jurisdicción el
Prior”, con un Principado, que tiene otra, y se convirtió
por intitulación en Príncipe de Aracena, y por lo tanto
Aracena ya no era un Priorato, sino un Principado: El
Principado de Aracena, artículo [en línea] publicado
en http://historiahuelva.blogspot.com/2013/03/el-principado-de-aracena-aracena-ha.html [Consulta: 1-mayo2020].
11) En el otoño de 1643, con tan solo catorce años,
su padre le quiso nombrar gobernador y capitán general de los Países Bajos hispanos; pero muchos se opusieron a ello, por lo que decidió, cuatro años después,
nombrarle Príncipe de la Mar.
12) Ignacio RUIZ RODRÍGUEZ, Don Juan José de
Austria en la monarquía hispánica: entre la política,
el poder y la intriga (Madrid, Dykinson, 2007), p. 71:
Llegó un momento en que los barceloneses se mostraron dispuesto a parlamentar, pidiendo condiciones
honrosas para rendirse, algo a lo que accedió Juan
José de Austria. La Ciudad condal capituló el 11 de
octubre de 1652, más de once años después del inicio
de la guerra. Fue el primer gran éxito de la carrera militar del Príncipe de la Mar. Ibidem, p. VIII.
13) El título de príncipe de la Paz se le concedió a
Godoy como recompensa por el éxito del Tratado de
Paz de Basilea, firmado el 22 de julio de 1795 entre
España y Francia, poniendo fin a la Guerra de la
Convención (1793-1795).
14) El profeta Isaías, sobre la venida del Mesías, dice:

Cuadernos de Ayala 81 - ENE/2020 [10]

Porque una criatura nos ha nacido, un hijo se nos ha
dado. Estará el señorío sobre su hombro, y se llamará su nombre ‘Maravilla de Consejero, Dios Fuerte,
Siempre Padre, Príncipe de Paz’ (Is. 9, 5).
15) El Consejo de Ministros, presidido por D. Joaquín
Francisco Pacheco, acordó, al aprobar el real decreto, que el título de príncipe no debe prevalecer por
nuestras leyes y tradiciones: en España no hay más
Príncipe que el de Asturias.
16) Como premio a sus virtudes y eminentes servicios
a la nación, según Decreto de 2 de enero de 1872,
publicado en la Gaceta de Madrid de 2 de enero de
1872.
17) El 17 de abril de 1950 (según se publica en el
B.O.E. nº 114) se solicitó la rehabilitación del título,
con la denominación de Duque de Vergara, por parte
de José Montesino-Espartero y Averly. Tras su fallecimiento, su hijo Pablo Montesino-Espartero y Juliá
solicitó, en 1973, la sustitución a su favor en dicho
expediente de rehabilitación, pero éstos no llegaron a
concluirse de forma satisfactoria a las pretensiones del
solicitante.
18) A propuesta de Laureano López Rodó, que le
sugirió al presidente del Gobierno, Carrero Blanco,
el dictado de “Príncipe de España”, un título inexistente en la monarquía para el heredero del rey, porque denominarle “Príncipe de Asturias” hubiese sido
reconocer que su padre Don Juan era el Rey Juan III.
Simultáneamente, Doña Sofía, poniendo como ejemplo a su propia familia, la Casa de Grecia, sugirió que
ese título de “Príncipe de España”, sería el adecuado
en su sello con esta inscripción: véase LÓPEZ RODÓ,
Laureano, Memorias: Años decisivos, 2, Barcelona,
1991, p. 453. Cuatro siglos antes, el que sería Felipe
II, se denominó Philippus Hispaniarum Princeps, esto
es, Felipe, Príncipe de las Españas; así como su malogrado hijo Carlos, una fórmula abreviada.
19) Decreto 1586/1969, de 23 de julio, por el que se
establecen los honores y preeminencia de S.A.R. el
Príncipe de España.
20) José Luis SAMPEDRO ESCOLAR, “La numeración de los príncipes de Asturias”, Boletín de la
Real Academia Matritense de Heráldica y Genealogía,
2004, pp. 10-11.
21) José María de MONTELLS Y GALÁN, “La medalla
de Lepanto”, en Cuadernos de Ayala, 79 (2019), p. 5.
22) Si acudimos al código de Alfonso X el Sabio, en la
partida II, título I, ley XI, se menciona expresamente el
título de príncipe, atribuyéndole honra de señorío por
herencia.