TEXTO 1.8. Mary Wollstonecraft y Vindicación de los Derechos de la Mujer. Rosa Cobo.pdf


Vista previa del archivo PDF texto-1-8-mary-wollstonecraft-y-vindicacio-n-de-los-derechos-de-la-mujer-rosa-cobo.pdf


Página 1...7 8 9101120

Vista previa de texto


Rosa Cobo Bedia

de obligaciones de aquellos que habitaban la sociedad estamental medieval. Con
esta operación, Mary Wollstonecraft pondrá bases firmes, duraderas y políticamente
rentables al feminismo moderno.
El pensamiento de Mary Wollstonecraft reposa sobre la idea de que la razón
es el atributo que distingue a los seres humanos de los animales y convierte a los
primeros en superiores a los segundos10 en tanto nos convierte en seres morales.
Hay en esta pensadora una apelación sistemática a la razón como el rasgo que nos
separa de las otras especies animales y nos sitúa en el territorio de la moralidad.
Y es que en ella no pueden separarse las ideas de razón y de virtud: “…todo ser
puede hacerse virtuoso mediante el ejercicio de su propia razón”11. Su noción de
razón es similar al bon sens cartesiano pero con la nueva dimensión que la había
aportado Poullain de la Barre, es decir, la razón es definida como un rasgo humano
que no sólo, tal y como había postulado Descartes, desenmascara los prejuicios
epistemológicos sino que, tal y como señaló Poullain de la Barre, desenmascara
prejuicios ancestrales, desautoriza la tradición y nos introduce por el camino de la
autonomía de juicio y de opinión. Y es que la razón ilustrada –Rosseau o Kant, entre
otros- supone una vuelta de tuerca de la razón cartesiana al introducir vínculos de
necesidad entre razón y moral. Tal y como subraya Celia Amorós, la autora británica
concibe la virtud en un sentido kantiano como autonomía de la razón12 . El ejercicio
sistemático de la razón nos conduce a la virtud y nos hace libres, pues nos libera
de la religión y de la tradición. De ahí que Mary Wollstonecraft señale que “es una
farsa llamar virtuoso a un ser cuyas virtudes no resulten del ejercicio de su propia
razón”13. Por cierto, instancias ambas, la religión y la tradición, muy opresivas
históricamente para las mujeres.
Señalábamos anteriormente que Wollstonecraft dirige su artillería pesada
contra aquellos libros de moral y de conducta para mujeres que definen primero
y refuerzan después, con la machaconería inherente a las patriarcales religiones
de la salvación, un ideal de feminismo que excluye a las mujeres de la razón y del
espacio público-político y las arrincona en el cerrado mundo de la domesticidad y
los cuidados. Y no sólo eso, pues estas funciones son ideológicamente legitimadas
por el contractualismo patriarcal sobre la base de una ontología femenina inferior
a la masculina. A juicio de Wollstonecraft toda esta operación contractual reposa
sobre prejuicios antiguos: “Sé que actualmente predomina una especie de modo
de respetar los prejuicios, y cuando alguien se atreve a enfrentarse a ellos, aunque
actúe por humanidad y armado de razón, se le pregunta con altanería si sus
antepasados estaban locos”14. Sin embargo, los prejuicios nunca son causales ni
inocentes, sobre todo cuando refuerzan la hegemonía de un sector de la sociedad
en detrimento de otro. Dicho con otras palabras, los prejuicios suelen estar
poderosamente arraigados en los intereses de quién se encuentra en una situación
10
11
12
13
14

Ibídem; p. 115.
Ibídem; p. 131.
AMORÓS, CELIA, Seminario Permanente “Feminismo e Ilustración”, Universidad Complutense de Madrid, 1991.
WOLLSTONECRAFT, MARY, op.cit.; p. 131.
Ibídem; p. 268.

9