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PAPERS DE LA FUNDACIÓ/88

Este artículo defiende la tesis de que la relación entre marxismo y feminismo ha sido
siempre desigual en todas las formas que ha tomado hasta ahora. Aunque tanto el
método marxista como el análisis feminista son necesarios para comprender las
sociedades capitalistas y la posición de la mujer dentro de éstas, de hecho el
feminismo ha sido constantemente subordinado. Este artículo pone en tela de juicio la
labor tanto del marxismo como del feminismo radical en torno a la “cuestión de la
mujer” y mantiene que lo que hay que analizar es la combinación de patriarcado y
capitalismo. Espero que éste sea un artículo que suscite grandes polémicas.
El “matrimonio” entre marxismo y feminismo ha sido como el matrimonio según el
derecho consuetudinario inglés: marxismo y feminismo son una sola cosa, y esta
cosa es el marxismo1. Los recientes intentos de integrar marxismo y feminismo son
insatisfactorios para nosotras como feministas porque en ellos la lucha feminista
queda subsumida en la lucha “más amplia” contra el capital. Prosiguiendo con nuestro
símil, es preciso un matrimonio más saludable o el divorcio.
Las desigualdades en este matrimonio, como en la mayoría de los fenómenos
sociales, no son accidentales. Muchos marxistas suelen afirmar que, en el mejor de
los casos, el feminismo es menos importante que la lucha de clases y que, en el peor,
divide a la clase obrera. Esta postura política da lugar a un análisis en el que el
feminismo se absorbe en la lucha de clases. Además, el poder analítico del marxismo
con respecto al capital ha hecho que pasaran inadvertidas sus limitaciones con
respecto al sexismo. Aquí mantendremos que si bien el análisis marxista aporta una
visión esencial de la leyes del desarrollo histórico, y de las del capital en particular, las
categorías del marxismo son ciegas al sexo. Sólo un análisis específicamente
feminista revela el carácter sistemático de las relaciones entre hombre y mujer. Sin
embargo, el análisis feminista por sí solo es insuficiente, ya que es ciego a la historia y
no es lo bastante materialista. Hay que recurrir tanto al análisis marxista, y en
particular a su método histórico y materialista, como al análisis feminista, y en especial
a la identificación del patriarcado como estructura social e histórica, si se quiere
entender el desarrollo de las sociedades capitalistas occidentales y la difícil situación
de la mujer dentro de ellas. En este ensayo proponemos una nueva orientación para
el análisis feminista marxista.
En la primera parte de nuestro análisis se examinan varios enfoques marxistas a la
“cuestión de la mujer”. Luego nos centramos, en la segunda parte, en el trabajo de las
feministas radicales. Tras observar las limitaciones de las definiciones que da el
feminismo radical del patriarcado, ofrecemos las nuestras. En la tercera parte
tratamos de utilizar la fuerza tanto del marxismo como del feminismo para hacer
algunas sugerencias sobre el desarrollo de las sociedades capitalistas y sobre la
actual situación de la mujer. Intentamos utilizar la metodología marxista para analizar
los objetivos feministas, corrigiendo el desequilibrio de la reciente labor del feminismo
socialista y proponiendo un análisis más completo de nuestra actual formación
socioeconómica. Defendemos la tesis de que un análisis materialista demuestra que
el patriarcado no es simplemente una estructura psíquica, sino también social y
económica. Sugerimos que nuestra sociedad puede ser mejor comprendida si se
reconoce que está organizada sobre bases tanto capitalistas como patriarcales. Al
tiempo que indicamos las tensiones entre los intereses patriarcales y los capitalistas,

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