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2. EL TREN DE LA VIDA
Hace tiempo. Leí un libro que comparaba la vida con un viaje en tren. Una lectura extremadamente interesante, cuando
es bien interpretada.
La vida no es más que un viaje en tren, repleto de embarques y desembarques, salpicado de accidentes, sorpresas
agradables en algunos casos y de profundas tristezas en otros. Al nacer nos subimos al tren y nos encontramos con
algunas personas, las cuales creemos que siempre estarán con nosotros en este viaje (nuestros padres).
Lamentablemente la verdad es otra. Ellos se bajarán en alguna estación dejándonos huérfanos de su cariño, amistad y su
compañía irreemplazable.
No obstante, esto no impide que se suban otras personas que serán muy especiales para nosotros. Llegan nuestros
hermanos, amigos y esos amores maravillosos.
De las personas que toman este tren, habrá también los que lo hagan como un simple paseo. Otros encontrarán
solamente tristeza en el viaje. Y habrá otros que, circulando por el tren, estarán siempre listos en ayudar a quien lo
necesite. Muchos al bajar, dejarán una añoranza permanente. Otros pasarán desapercibidos, que ni siquiera nos
daremos cuenta que desocuparon el asiento.
Es curioso que algunos pasajeros, quienes nos son más queridos, se acomodan en vagones distintos al nuestro. Por lo
tanto, se nos obliga hacer el trayecto separados de ellos. Desde luego, no se nos impide que durante el viaje, recorramos
con dificultad nuestro vagón y lleguemos a ellos. Pero lamentablemente, ya no podremos sentarnos a su lado pues habrá
otra persona ocupando el asiento. No importa; el viaje se hace de este modo: lleno de desafíos, sueños, fantasías,
esperas y despedidas… Pero nunca habrá regresos.
Entonces hagamos este viaje de la mejor manera posible. Tratemos de relacionarnos bien con todos los pasajeros,
buscando en cada uno lo mejor de ellos. Recordemos siempre que en algún momento del trayecto, ellos podrán titubear
y probablemente precisaremos entenderlos. Nosotros también titubearemos y habrá alguien que nos comprenda.
El gran misterio, al fin, es que no sabremos jamás en qué estación bajaremos y mucho menos dónde bajarán nuestros
compañeros, ni siquiera el que está sentado en el asiento de al lado.
Me quedo pensando si cuando baje del tren, sentiré nostalgia… creo que sí.
Separarme de algunos amigos de los que hice en el viaje será doloroso. Dejar que mis hijos sigan solos, será muy triste.
Pero me aferro a la esperanza de que, en algún momento, llegaré a la estación principal y tendré la gran emoción de
verlos llegar con un equipaje que no tenían cuando embarcaron. Lo que me hará feliz, será pensar que colaboré con que
el equipaje creciera y se hiciera valioso.
Amigo mío, hagamos que nuestra estancia en este tren sea tranquila y que haya valido la pena.
Hagamos tanto, para que cuando llegue el momento de desembarcar, nuestro asiento vacío, deje añoranza y lindos
recuerdos a los que permanezcan en el viaje.
A tí, que eres parte de mi tren, te deseo un… ¡¡¡Feliz viaje!!!.