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aQuario I
a casi la mitad del año de la edad de cristo
con la redundancia a cuestas y el macilento estilismo del tiempo
he empezado a explicarme a mí mismo
que los perfumes no son humedad
y que las heridas ni son huellas ni son recuerdos
a casi la mitad de las cosas que he vivido
con la estirpe del coma faltante en estos desahuciados versos
voy contemplando el maravillismo
de tantas ideas que son víctimas literales
de aquel que como yo fabrica eternos pero románticos desencuentros
a casi la mitad de la nada del todo he sentido
con el preciso anacronismo de los tantos miles de mis pretextos
la verdad que aguarda como buen ángel caído
de tanta mentira que vestida de dama
ha plantado mis pies esperando los frutos necesarios antes de mi destierro
pero esto todo me ha llevado a comprender
que aun me sobran los motivos para escribirte la mejor canción
que aun vivo y que aun respiro aguijoneando la fe
que me da la fiebre y el sudor necesarios para tan descocado amor
a casi la mitad de autoestimar mi destino
con la bolsa de caramelos arrastrándose y tantos otros fingidos besos
voy aclarando y despertando mientras camino
aquello que vive en mí
oscuro e imparcial
como la muerte que respira después de escupir tantos errados sentimientos
a casi la mitad de la mitad misma de la mitad
con la redundancia a cuestas
voy perfumando tu humedad
pero todo esto me ha llevado a comprender
que aun me sobran los versos para escribirte la mejor canción
que aun vivo y que aun respiro estimulado por la sed
que ilumina mi piel de sudor que desembocará en tan descocado amor

santa viagra concebirá justicia
creído el cuento bebida el agua que no debía de beber
besada la ciudad y mi manzana prohibida
y humillado el corazón
sostenida la venganza abrupta juerga que disimula la espada en la pared
ungido el hierro y quebrado bajo el inútil fascismo del dolor

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