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El museo de bellas artes
Hoy es sábado de otoño y las hojas de algunos árboles empiezan su vuelo
indefinido, azaroso, sobre los jardines que rodean al nuevo museo de bellas
artes.
El “Furtivoaire 22”.
Anuncian un evento que tengo que cubrir para la edición de mañana domingo
en el diario online donde trabajo
La cantidad de gente que se agolpa en la entrada supera el razonable interés de
los habitués a las exposiciones de arte, ganando un nuevo espacio entre quienes
no suelen transitarlas, construcción, quizás, del absurdo reportar que el museo
está vacío de piezas.
El murmullo que va y viene, construye hipótesis sobre la rareza, cosquillea en los
cuerpos ansiosos, montándose sobre enigmas y resoluciones, en la infatigable
necesidad de encontrar explicaciones, vicio del dominio de la cognición, que
aparta, que olvida, horrores o ternuras de la piel espiritual.
Limpiando el sonido de la cascada devoradora de silencios, coro en clave de
dudas, grabamos algunas preguntas y afirmaciones, salvajes interruptus.
- ¿Hay arte sin piezas de arte?-.
- ¿Es un minimalismo extremo?- La belleza está en el vacío y no en formatos o colores-¿Usted que es periodista tiene respuestas?Para los sospechadores de siempre, de todo - Puede ser una trampa, para atraer
gente-. La afirmación, volátil, se cae cuando a las 17 horas abren las puertas y
el curador de la muestra cincha angustias explicando el mecanismo futuro.
“Los visitantes observarán en las paredes marcos de madera, lisos, sin molduras,
de color claro, evitando competencia con las futuras pinturas, las ahora ausentes.
Pueden imaginar el tema que quieran y dejar al pie del cuadro en un cuaderno
habilitado, su nombre, datos personales que permitan citarlos para el evento
final y el título propuesto para la obra”-.
Hay columnas, algunas cilíndricas y otras cuboides, balconeando a los pasillos,
donde deberían ir las esculturas que no están, las deseadas.
- “Sobre las columnas encontrarán tarjetas para dejar los mismos datos pedidos
para los marcos de madera”-.
El museo anuncia un concurso para artistas con el objetivo de que produzcan
piezas que representen algunos de los títulos señalados por los visitantes.
Los mejores bocetos propuestos serán elegidos, y los artífices deberán presentar
sus obras terminadas en un lapso de 30 días.
Se ha fijado un estipendio en dinero para cada uno de los artistas seleccionados,
que cubra el derecho del museo “Furtivoaire 22” a disponer de las mismas para
el logro del propósito, razón de ser, que lo asiste
Los visitantes que dejaron sus datos concurrirán como invitados especiales para
la inauguración de las obras terminadas. El segundo sábado del invierno.
El evento se denominará “Ausentes y deseadas”.
- Buen título para la primera nota de la saga. Seguí el devenir y redactá una para
cada domingo, hasta el posterior a la inauguración –dijo entusiasmado el jefe de
redacción.
El desorden en el contenido estético es un resorte que comprime el tiempo de
las etapas del arte a lo largo de su historia, generando como todo resorte calor,
estallando en la ligazón de autor, propietario, y visitante inspirador del título.
La danza grotesca, la pantomima en el ballet, el género alegre y placentero, es
la propuesta de los organizadores de la muestra.
Un permiso para que los inspiradores del título, ejecuten el pax de deus final,
dando fin a las obras, en un gestual de lo perecedero.
Aparecen martillos de bola, de uña, alguno neumático, picos, brazos dispuestos,
lanzados al ritual anunciado.
El ceremonial de zombis, simulcops en ofrenda a una nueva religión, rompe
lentamente partes de las obras, una vuelta a la ausencia, renovando el deseo de
otras, nuevas, en la danza de objetos reemplazables en vida, subrayando el
tiempo presente, desechando lo coleccionable que nos trascendía.
Las tijeras avanzan sobre las telas de los cuadros, dejando un sisear de
instrumentos de viento, variación sobre el retumbe tamboril de los martillos.
Luego los aplausos resuenan en el salón principal y en los pasillos colmados de
enfervorizados precursores, cual cortinilla a una cosmogénesis, masajeando la
autoestima, caricias sonoras.
En los jardines alrededor del museo, los paseantes, abrigados, desafiando el frío
de la tarde de invierno, sorprendidos, miran hacia el sonido de aplausos que
viene del museo celebrando la inauguración de la primera muestra.
En la puerta del museo la manifestación de los que se oponen al acto vocifera
el no, en un intento de tapar los aplausos, abonando la paradoja que en el
mundo cuántico una cosa puede ser y no ser al mismo tiempo.
Un niño pasea con un globo y cuando estalla se pone a llorar.


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