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Deportados Asturias
HISTORIAS DE VIDA, DE HOMBRES Y MUJERES DE ASTURIAS,
INTERNADOS EN CAMPOS NAZIS QUE DEBEN SER CONTADAS.

ROBUSTIANO FERNÁNDEZ RODRÍGUEZ “Tano” , de Candás (Carreño)
Nació el día 14 de abril de 1877, en la casa
familiar de la calle Rua, en el seno de una
familia de pescadores de la villa de Candás, en
el concejo asturiano de Carreño. Sus padres
eran Faustino Fernández y Ramona Rodríguez
(fallecida en 1955). Robustiano era el séptimo
de ocho hermanos y perdió a su padre en uno de
los trágicos naufragios de pesqueros en los que
perecieron muchos marineros candasinos.
“Tano”, al igual que casi todos sus hermanos,
no pudo sustraerse a la ocupación familiar
vinculada al mar y fue botero.
En 1901 se casó a los 23 años con Ramona
García Artime de la Atalaya, de Cardo, y
formaron una familia con diez hijos: Juaco,
Josefa, Carmen, José, María, Concepción,
Ramona, Pilar, Mª Paz y Lucinda, la menor.
Después de que su hijo Juaco Fernández,
militante de UGT, fuera detenido y torturado,
Robustiano sintió miedo por su familia tras la
entrada del ejército franquista en Asturias. -“No
era político. Salía a la mar y llegaba a casa, cosía
redes y nasas y volvía a la mar; esa era su vida”,
recordaba su hija Lucinda Fernández.
Lucinda había nacido en Candás en 1922 y a
los 15 años, tras la caída del Frente Norte en el
otoño de 1937, embarcó con su padre desde el
puerto El Musel hacia Burdeos. Con ellos iban
una hermana de Robustiano y una cuñada con
sus hijos.
Ella misma relataba así su paso por Cataluña
antes del exilio de la Retirada: “luego
terminamos en Cataluña, en el pueblo de
Senguín. Cuando los soldados nacionales
llegaban por Lérida nos evacuaron de nuevo a
Francia “.

Robustiano y su hija fueron internados en el
campo de Les Alliers, en las cercanías de la ciudad de Angoulême del sudoeste de Francia. Allí
coincidieron con la familia de Galo Ramos y con
otros asturianos. En este campo de internamiento los alemanes concentraron a centenares de
refugiados españoles: hombres, mujeres y niños.
La característica que hacía de este campo uno
de los más benignos era que permitía mantener
unidas a las familias.
Cuando Angulema fue ocupada por las tropas
nazis, la embajada alemana en España preguntó
al ministerio de Asuntos Exteriores (Serrano
Suñer) si estaba dispuesto a hacerse cargo de los
dos mil “españoles rojos” que estaban internados
en Les Alliers, advirtiendo que las autoridades
alemanas de ocupación se disponían a alejarlos de Francia. La respuesta de las autoridades
franquistas no pudo ser más letal para nuestros
compatriotas refugiados de la derrota: Franco se
desentendía de ellos por considerarlos apátridas
y enemigos del régimen.
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