Realmente sé muy poco de estás mujeres, porque nunca es suficiente y cada
cosa que descubro me admira y sorprende más. Pero es la visión
compleja de Ameenah, con alcances microscópicos, la decisión y entereza de
Anna, que arriesgó todo por lo que creía, la habilidad de crear, expresar y
provocar cambios de Astrid, con esa imaginación y personalidad única, la
valentía de Balkissa para decir no y afrontar las consecuencias de cada acto,
las ganas de romper con las barreras y hacer las cosas diferentes pesé a los
peligros que esto suponga de Eufrosina y de Matilde. Todas y cada una de ellas
tienen algo en común, no su género. La manera en que siendo ellas, con el
corazón en la mano, la cabeza alzada y la fuerza por dentro, reencausaron el
gran río, que de haber sido distinto hubiese arrasado también con ellas. Uno es
lo que hace, y lo que uno hace puede o no cambiar muchas cosas, para bien o
para mal. Nunca sabremos cuántos logros tendremos con lo que hagamos,
porque en realidad ese no debe ser el fin. Sólo vivir lo es, lo que traiga consigo
ese hecho, será el resultado de qué tan fiel es uno a sí mismo.
Cada una de ellas representa algo que admiro de una persona, y esas
cualidades forman parte natural de lo que soy. El camino es largo y difícil, pero
huellas como esas, son las que creo vale la pena seguir.
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