Catálogo Exposición de Francisco Mateos Galería Orfila.pdf


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utópicos de inspiración obrerista, discuten y afinan acerca del sentido colectivo,
sobre los destinatarios a quienes quieren dedicar su arte, al tiempo que,
merced a los programas de extensión cultural y educativa de las entidades
socialistas, adquieren una estimable formación general, que servirá de acicate
y complemento a su autodidactismo artístico. De acuerdo a tales premisas,
Mateos se decanta, en sus inicios, por la caricatura, la cual experimentaba en
España, durante esta segunda década del siglo, un auge extraordinario.
Publicaciones militantes, pero asimismo comprometidas con dicho papel de
difusión cultural, acogen sus primeros dibujos: las revistas Vida Socialista, en la
temprana fecha de 1911 -hasta 1913 -, y después Acción Socialista, aunque ya
para entonces, 1915, proliferan sus colaboraciones en La Hoja de Parra, revista
erótico-satírica dedicada esencialmente a la caricatura. Convertida ésta, en ese
momento, en genuina manifestación de los atisbos de una verdadera cultura de
masas, ese mismo año, Mateos logra, de la mano de Gregorio Martínez Sierra,
ver publicadas sus caricaturas en la recién creada revista España (que dirigida
por José Ortega y Gasset, no renunciaba llegar así, pese a su elevado tono
intelectual, a la grandes mayorías), como también en Gil Blas, donde colabora
Ramón Gómez de la Serna. A través suyo, Mateos entra por primera vez en
contacto con la vanguardia, cuando visita la Exposición de Pintores Íntegros,
organizada por Ramón (a decir verdad, fue la primera acción vanguardista en
Madrid), de la que es testigo su caricatura de Diego Rivera, publicada en esta
misma revista. Un acercamiento que amplia, también en 1915, cuando viaja
con Alberto a Lisboa, al llamado Modernismo portugués, si bien es su facción
caricaturista, en especial Almada Negreiros, la que deja en él su impronta.
Después, aprovecha los permisos durante su servicio militar en Marruecos para
visitar su Sevilla natal, donde participa en los prolegómenos del Ultraísmo:
funda con Antonio Rodríguez de León la revista Alma y colabora en Gran
Guiñol y Grecia, donde publica una caricatura de Norah Borges. Hasta
entonces, su firma menudeaba en revistas ilustradas como Nuevo Mundo o La
Esfera, entre otras, siendo además un asiduo participante de los primeros
Salones de Humoristas; sin embargo, desde inicios de la década de los años
veinte, sus colaboraciones, caracterizadas por un dibujo de denuncia social
cada vez más acre y acerado, sólo encuentran hueco en revistas de izquierda
como La Internacional, Revista Popular (de Córdoba) y El Socialista,
publicando en estas dos últimas, además de dibujos y caricaturas, sus primeras
crónicas periodísticas, aun de carácter esencialmente literario, y también, de
manera destacada, crítica de arte (la primera de ellas dedicada a Castelao).
A principios de los años veinte, Mateos y Alberto forman parte de la tertulia que
Benjamin Jarnés tenía en el Café de Oriente; un café popular, en el arranque
de la calle Atocha, frecuentado por las gentes en tránsito de la vecina estación.
A esta tertulia de “artistas de arrabal”, tal la calificara Rafael Cansinos-Asséns,
se incorpora Rafael Barradas, que huía precisamente del espurio cenaculismo
de los grupos ultraístas con que se había relacionado hasta entonces, urgido
de un necesario descenso a la realidad para su arte, que la experiencia de ese
ambiente y el cruce mutuo de influencias y puntos de vista estéticos con estos
nuevos compañeros, justamente, facilitó. A la apodada, desde ese momento,
“tertulia de los alfareros”, (debido a la intermediación que el artista uruguayo
ejercía desde aquí con la revista coruñesa Alfar, en la que Mateos, junto con el
resto de sus miembros, también colaboró), pronto se suman otros contertulios: