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21 Dispuso Dios revelarse a sí mismo por medio de su mensajero conocido solo
como el Abate (L.V.L.A.) el cual confió en la tinta la palabra del señor.
22 Por medio del profeta Adriano la palabra se dispersó por el mundo para que
todos conozcan al señor.
23 Es por medio de las escrituras que el hombre descubre la verdad sobre Dios
y aprende a comunicarse con este.
24 El poder de Dios es tan grande que su esencia que todo lo impregna ha
dejado huellas en las falsas escrituras del paganismo ignorante de manera que
un poco de Dios se puede encontrar en cada una de estas causando a veces
confusión entre los hombres.
25 A pesar de que la marca del Dios verdadero esta en esas escrituras, a estas se
las llaman libros inmundos por alejar al hombre del verdadero camino trazado
por el mensajero y el profeta con la ayuda de Dios.
Parte sexta. La palabra de Dios.
26 El señor quiere que todos alcancen la paz y la verdad al aceptar su palabra,
por tanto es necesario dar a conocer su palabra a todos los pueblos.
27 La palabra es para todo pueblo y toda época; solo el señor cambia su palabra
por lo que esta se mantiene sin cambio.
28 Toda traducción de un idioma a otro debe hacerse con cuidado de preservar
el significado más cercano al del idioma en el que la palabra nos llega al día de
hoy. Ese es el español.
29 La transmisión de la palabra se da de dos formas: escrita y oral. La primera
en los textos canónicos, la segunda en la predica y obras de los que escucharon
el mensaje de boca del Abate (L.V.L.A.).
30 Corresponde a los líderes transmitir la palabra a sus seguidores siendo que
sus interpretaciones de la misma tienen prioridad sobre la de los seguidores si
estas no son más razonables.
Parte séptima. Dios habla como hombre.
31 Dios habla a los hombres en palabras de hombres, toda escritura no
reconocida por el vermismo no es palabra de ningún dios.
32 Los libros no son sagrados pues aun si estos desapareciesen Dios seguiría
existiendo, ningún libro del canon es sagrado y por extensión ningún libro
jamás escrito es sagrado.
33 Los libros del canon enseñan la verdadera religión de la verdad y la paz, dos
cosas que solo se alcanzan verdaderamente a través del vermismo.
34 La religión verdadera no adora al libro como si de una deidad se tratase ni lo
aprecia más allá de su valor económico, cultural o emocional.